Resumen del Capítulo 7 

Los chicos hacen una parada para comer antes de continuar hacia la montaña. Ralph contempla desconsolado el océano agitado y reflexiona sobre el hecho de que el grupo se ha vuelto descuidado y ha perdido la disciplina. Al contemplar la vasta extensión de agua, tiene la sensación de que el océano es un muro impenetrable que bloquea toda esperanza de escapar de allí. Simón, entonces, lo anima asegurándole que volverán a casa. 

Esa tarde, los cazadores encuentran excremento de cerdo y Jack sugiere cazarlo mientras siguen en busca de la bestia. Todos están de acuerdo y no tardan en divisar un enorme jabalí que los lleva a una salvaje cacería. Ralph, que no había participado de ninguna cacería hasta el momento, pronto se deja llevar por la emoción de la persecución. Exaltado apunta al jabalí con su lanza y, aunque pasa cerca del hocico del animal, Ralph queda maravillado con su puntería. Jack alza su brazo ensangrentado y se jacta de que el jabalí lo rozó con los colmillos. 

Aunque el jabalí se les escapa, la exaltación perdura aún después de la cacería y recrean la persecución entre ellos con uno de los chicos, Robert, haciendo de jabalí. Bailan, cantan y golpean a Robert con las lanzas, hasta que pierden de vista que es un juego. Robert se ve en peligro e intenta escapar del grupo que casi lo mata antes de entrar en razones. Cuando Robert sugiere que usen un jabalí de verdad para el próximo juego, Jack sugiere que en realidad deberían usar a uno de los más pequeños. Todos se ríen encantados y exaltados con la audacia de Jack, pero Ralph intenta recordarles que solo estaba jugando. Simón se ofrece para regresar a la playa y decirles a Piggy y los pequeños que no regresarán hasta entrada la noche. 

Cae la noche y Ralph propone esperar hasta la mañana para subir a la montaña porque será difícil cazar al monstruo en la oscuridad. Jack lo reta a que los acompañe en la cacería, a lo que Ralph finalmente accede simplemente para recuperar su posición ante el grupo. Ralph, Roger y Jack empiezan a subir la montaña y luego Ralph y Roger se quedan esperando cerca mientras Jack sube solo hasta la cima. Regresa sin aliento y afirma haber visto al monstruo. Ralph y Roger suben también y se encuentran con una sombra aterradora, una silueta enorme y aterrorizante con forma de simio gigante, que hace un extraño aleteo con el viento. Horrorizados, los chicos se apresuran a bajar de la montaña y avisarles a los demás. 

Análisis del Capítulo 7  

La caza del jabalí y el posterior juego son crudos recordatorios del poder del instinto humano hacia el salvajismo. Antes de este momento, Ralph no se explicaba por qué los demás estaban tan interesados en cazar, bailar, intimidar y festejar, en lugar de construir chozas, mantener el fuego o procurar rescate. Sin embargo, cuando participa de la cacería del jabalí en este capítulo, Ralph no puede evitar sentir la exaltación instintiva de la caza y queda atrapado en la sed de sangre del resto. En esta escena, Golding da a entender que todo individuo, por fuerte que sea su tendencia hacia la civilización y el orden, tiene también un innegable impulso innato hacia el salvajismo. 

Después de la cacería, la recreación que hacen es un nuevo recordatorio de la estrecha conexión entre la emoción de la caza y el deseo de poder. Robert, el chico que hace de jabalí, casi termina muerto cuando los demás vuelven a dejarse llevar por la emoción y pierden de vista los límites del juego en su loco deseo de matar. Más tarde, cuando Jack sugiere matar a un littlun en lugar de un jabalí, el grupo se ríe. En este momento, probablemente ninguno de ellos —excepto, tal vez, Jack y Roger— llegaría tan lejos como para llevar a cabo tal plan. Sin embargo, el hecho de que la propuesta les resulte atractiva en lugar de horrorosa es en sí misma bastante inquietante. 

A esta altura, el conflicto entre Ralph y Jack se ha convertido en una auténtica lucha de poder, ya que la violencia y el salvajismo de este sustituyen casi por completo la disciplinada comunidad de aquel en la concepción que los chicos tienen de su vida en la isla. El regocijo de Ralph en la caza y su participación en el ritual que casi mata a Robert es, en cierto sentido, una gran victoria para Jack, ya que la experiencia desestabiliza la confianza de Ralph en su propio instinto hacia la moralidad y el orden. 

Como corresponde a una lucha de poder en un grupo salvaje, el conflicto entre Ralph y Jack se manifiesta no como una competición por demostrar quién sería el mejor líder, sino como una competición de pura fuerza y valor. Al igual que Ralph se atrevió, en el capítulo anterior, a subir solo la colina para mostrar su coraje, ahora Jack es quien sube solo a la cima. También es significativo que Ralph no descubra nada, mientras que Jack encuentra lo que supone la bestia: mientras que Ralph no cree en su existencia, la bestia constituye en gran parte la imagen que Jack tiene de la vida en la isla. 

La influencia de Jack en el grupo se intensifica cuando incita a Ralph a actuar de forma precipitada e imprudente, en contra de su tendencia a la sensatez, y dicha manipulación debilita su posición en el grupo. Aunque Ralph se da cuenta de que es insensato cazar a la bestia de noche, sabe que, en una sociedad que sobrevalora la fuerza, él no puede mostrarse como cobarde. Como resultado, acepta subir en la oscuridad. Al fin y al cabo, la decisión de Ralph de explorar la montaña de noche le cuesta la oportunidad de demostrar que lo que vieron Sam y Eric no era la bestia: si los chicos hubieran subido a la montaña de día, como Ralph quería, habrían visto al paracaidista muerto. Sin embargo, al ir de noche, ven al paracaidista distorsionado por las sombras y lo confunden con la bestia. 

En cierto sentido, el grado en que cada chico es propenso a ver a la bestia refleja el grado en que cede a su instinto de salvajismo. Esta conexión enfatiza la idea de que la bestia es una manifestación simbólica de los instintos primitivos internos de los chicos.