Resumen del Capítulo 9
Simón vuelve en sí y encuentra el aire oscuro y húmedo ante una tormenta que se avecina. Le sangra la nariz y avanza aturdido hacia la montaña. Se arrastra hasta la cima y, bajo la luz mortecina, ve al piloto muerto con el paracaídas agitándose al viento. Al observar esto, Simón se da cuenta de que los chicos han confundido ese objeto inofensivo con la bestia mortal que ha sumido al grupo en el caos. Cuando Simón ve el cuerpo del paracaidista, empieza a vomitar y, cuando se recupera, desenreda el paracaídas de las rocas. Ansioso por probar al grupo que la bestia no es real, Simón avanza a trompicones hacia la lejana luz del fuego de la fiesta de Jack para contarles a los demás lo que ha visto.
Piggy y Ralph van al festín con la esperanza de poder tener cierto control sobre los acontecimientos. Allí, los chicos ríen y comen el cerdo asado y Jack está sentado como un rey en su trono, con la cara pintada como un salvaje, dando órdenes a los chicos que lo atienden como sirvientes. Después del banquete, Jack invita a todos los seguidores de Ralph a su tribu. La mayoría acepta, a pesar de que Ralph intenta disuadirlos. Como empieza a llover, Ralph le pregunta a Jack qué piensa hacer ante la tormenta, ya que no tiene ningún refugio, y Jack responde ordenando a su tribu que haga una danza salvaje.
Los chicos cantan y bailan en círculos a lo largo de la playa y se ven envueltos en una especie de frenesí. Incluso Ralph y Piggy, arrastrados por la emoción, bailan al margen del resto. Los chicos vuelven a recrear la caza del cerdo y llegan a un alto grado de energía frenética mientras cantan y bailan. De repente, ven salir del bosque una figura sombría: es Simón. Sin embargo, en su estado salvaje, no lo reconocen y gritan que es la bestia, por lo cual se abalanzan sobre él y empiezan a despedazarlo con sus propias manos y dientes. Simón intenta desesperadamente explicarles lo sucedido y recordarles quién es, pero tropieza y se precipita entre las rocas hacia la playa. Los chicos caen violentamente sobre él y lo matan.
La tormenta estalla sobre la isla y los chicos corren en busca de refugio. El viento y las olas arrastran el cadáver destrozado de Simón hacia el mar, por donde se aleja rodeado de peces brillantes. Al mismo tiempo, el viento arrastra el cuerpo del paracaidista desde la ladera de la montaña hasta la playa y los chicos gritan en la oscuridad.
Análisis del Capítulo 9
Con el asesinato brutal y animal de Simón, desaparece el último vestigio de orden civilizado de la isla, y la brutalidad y el caos se apoderan de esta. En este punto, el grupo de Jack no es más que una tribu de salvajes inhumanos y los pocos aliados de Ralph se desaniman y llegan a considerar cambiarse de bando. Hasta Ralph y Piggy terminan participando de la danza ritual alrededor del banquete de Jack. La tormenta que azota la isla tras la muerte de Simón pone de manifiesto la catástrofe del asesinato y encarna el caos y la anarquía que se han apoderado de la isla. Significativamente, la tormenta también se lleva los cuerpos de Simón y del paracaidista, erradicando así la prueba de que la bestia no existe.
Jack convierte a la bestia en una figura divina, una especie de tótem que utiliza para gobernar y manipular a los miembros de su tribu. Atribuye a la bestia tanto la inmortalidad como el poder de cambiar de forma, lo que la convierte en un enemigo al que temer y en un ídolo al que adorar. La importancia de la figura de la bestia en la novela es indudable, ya que proporciona a la tribu de Jack un enemigo común (la bestia), un sistema compartido de creencias (su convicción de que la bestia mítica existe), una razón para obedecer a Jack (que los protege frente a la bestia) e incluso un sistema en desarrollo de simbolismo e iconografía primitivos (pintura facial y el Señor de las Moscas).
En cierto sentido, el asesinato de Simón es resultado casi inevitable de su encuentro con el Señor de las Moscas en el Capítulo 8. En dicha escena, el Señor de las Moscas anticipa la muerte de Simón al decirle que se divertirá con él. Si bien desde la perspectiva de Simón la bestia existe en el interior de todos los seres humanos, su confrontación no se completa hasta que se encuentra cara a cara con la bestia que existe en el interior de los demás chicos. En efecto, cuando estos lo matan, actúan por el instinto salvaje que la bestia representa.
Además, la forma de la muerte de Simón extiende el paralelismo entre este y Jesús: ambos mueren sacrificados tras comprender profundas verdades sobre la moralidad humana. La muerte de Simón, sin embargo, difiere de la de Jesús en varios aspectos que complican la idea de que este sea simplemente una representación de la figura de Cristo. Aunque Jesús y Simón mueren sacrificados, a Jesús lo mataron por sus creencias, mientras que a Simón lo matan por los delirios de los demás. Jesús murió después de transmitir su mensaje al mundo, mientras que Simón muere antes de poder hablar. En la tradición bíblica, Jesús muere para aliviar la carga del pecado de la humanidad; la muerte de Simón, en cambio, no hace sino intensificar la carga del pecado que pesa sobre la isla. Según la Biblia, la muerte de Jesús muestra a los demás el camino de la salvación; la muerte de Simón ejemplifica el poder del mal dentro del alma humana.