Resumen del Capítulo 1 

Un joven rubio desciende por unas rocas hacia una playa que da a una laguna. Allí, se encuentra con otro muchacho, de aspecto regordete e intelectual, que lleva unos gruesos anteojos. El chico rubio se presenta como Ralph y el otro, como Piggy. Gracias a su conversación, nos enteramos de que, en plena guerra, un avión de pasajeros en el que viajaba un grupo de jóvenes ingleses fue derribado sobre el océano. Se estrelló en la densa selva en medio de una isla desierta. Esparcidos entre los restos, los chicos quedaron desperdigados y no pudieron hallar al piloto. 

Ralph y Piggy contemplan la playa que los rodea y se preguntan qué habrá sido de los demás pasajeros. Descubren una enorme caracola color crema y Piggy tiene la idea de utilizarla como una especie de trompeta. Lo convence a Ralph de que la sople, a ver si así encuentran a los demás. Entonces, convocados por el sonido de la caracola, los muchachos empiezan a llegar a la playa. Los más grandes tienen unos doce años y los menores, seis. Entre ellos hay un coro de chicos, vestidos con túnicas negras, dirigidos por un joven más grande llamado Jack. Marchan por la playa en dos filas paralelas hasta que Jack les ordena que se pongan firmes. Los chicos se burlan de Piggy, y se mofan de su apariencia y de su apodo. 

Cuando deciden elegir un líder, los miembros del coro votan por Jack, pero todos los demás votan por Ralph, que gana la votación a pesar de que Jack claramente quiere el puesto. Para calmarlo, Ralph les pide a los jóvenes del coro que estén a cargo de la caza bajo el liderazgo de Jack. Consciente de la necesidad de conocer el nuevo entorno, Ralph designa a Jack y a otro miembro del coro, Simón, para que exploren la isla, ignorando los gimoteos de Piggy para que lo elija a él. Los tres exploradores se marchan y parten a explorar la isla. 

Los chicos están entusiasmados ante la misión de explorar la isla y mientras juegan juntos en la selva, sienten que están creando un vínculo entre ellos. Finalmente, llegan hasta el límite de la selva, donde se encuentran con unas rocas altas y filosas que se elevan en dirección a unas montañas escarpadas. Los chicos escalan por una ladera hasta la cima, y desde allí pueden ver que se encuentran en una isla sin signo alguno de civilización. El paisaje es impresionante y Ralph siente como si hubieran descubierto su propia tierra. 

Durante el camino de regreso a la playa, se encuentran con un jabalí que está atrapado entre unas lianas. Jack, el recién nombrado cazador, desenvaina su cuchillo y se dispone a matarlo, pero vacila y no se decide a actuar. El animal se libera y se escapa, y Jack jura que la próxima vez no lo dudará. Los tres muchachos emprenden una larga caminata a través de la densa jungla y finalmente emergen cerca del grupo que los espera en la playa. 

Análisis del Capítulo 1 

El Señor de las Moscas pone en escena el conflicto entre el instinto civilizado y el instinto bárbaro que existe dentro de todo ser humano. Las decisiones artísticas de Golding en esta novela buscan poner de relieve el conflicto entre los elementos ordenados de la sociedad —entre los cuales se hallan la moralidad, la ley y la cultura— con los elementos caóticos de los instintos animales salvajes de la humanidad, entre los cuales se hallan la anarquía, la sed de sangre, el deseo de poder, la amoralidad, el egoísmo y la violencia. En el transcurso de la novela, Golding retrata el ascenso y la rápida caída de una civilización aislada e improvisada, que termina despedazada por los instintos salvajes de quienes la componen. 

En este primer capítulo, Golding define los parámetros que enmarcan esta civilización. Para empezar, está conformada únicamente por muchachos: el grupo de jóvenes escolares ingleses que cayeron en la isla tropical en la que se desarrolla la novela. El hecho de que los personajes sean solo jovencitos es significativo: están a medio formar, enclavados entre la civilización y el salvajismo, y encarnan así el conflicto central de la novela. 

A lo largo de la obra, Golding parte de la idea de que las limitaciones sociales y morales son algo que se aprende, y no algo innato: la tendencia humana a respetar reglas, comportarse pacíficamente y obedecer órdenes queda impuesta por un sistema que no es en sí mismo parte fundamental de la naturaleza humana. El grupo de jóvenes es un claro ejemplo de esta premisa, ya que viven en un estado de tensión permanente con respecto a las reglas y regulaciones que se espera que sigan. Abandonados a su suerte, por momento actúan con crueldad y violencia instintivas. En este sentido, la civilización que se establece en El Señor de las Moscas  
—producto de los instintos sociales de un grupo de preadolescentes— parece peligrar desde el principio. 

En el Capítulo 1, los chicos, que aún no saben cómo comportarse sin la supervisión de un adulto, se ciñen en gran medida a los comportamientos aprendidos de civilización y orden. Intentan recrear las estructuras de la sociedad en su isla desierta: eligen un líder, establecen una división de trabajo y se dedican a explorar la isla sistemáticamente. Pero incluso en esta primera etapa, vemos el peligro que los instintos innatos de los chicos suponen para su civilización: se burlan cruelmente de Piggy y Jack muestra un deseo feroz de que lo elijan líder. 

A lo largo de El Señor de las Moscas, Golding hace un uso intensivo de símbolos para presentar los temas y conflictos dramáticos de la novela. En este capítulo, por ejemplo, Golding presenta al niño regordete de anteojos como representante de los aspectos científicos e intelectuales de la civilización. Piggy reflexiona críticamente sobre la caracola y le da un uso productivo: convocar a los demás niños a la playa. 

La caracola es uno de los símbolos más importantes de la novela, representa la ley, el orden y la legitimidad política, ya que convoca a los muchachos desde sus posiciones dispersas en la isla y concede a su poseedor el derecho a hablar delante del grupo. Más adelante en la novela, Golding contrasta la caracola con otro objeto natural: la siniestra cabeza de cerdo conocida como el Señor de las Moscas, que viene a simbolizar el caos y el terror primordiales.