Resumen del Acto Primero, Escena v 

En la oscuridad, el fantasma le habla a Hamlet y afirma ser el espíritu de su padre, venido a despertar a Hamlet para vengar su muerte, un “asesinato infame y antinatural» (I.v.25). Hamlet se horroriza ante la revelación del asesinato y el fantasma le cuenta que, mientras dormía en el jardín, un villano le vertió veneno en el oído, el mismo villano que ahora lleva su corona, Claudio. Los peores temores de Hamlet sobre su tío se confirman. “¡Oh, mi alma profética!”, exclama (I.v.40). El fantasma lo exhorta a que busque venganza diciéndole que Claudio ha corrompido Dinamarca y a Gertrudis, ya que la ha apartado del amor puro de su primer matrimonio y la ha seducido en la sucia lujuria de su unión incestuosa. Pero el fantasma también lo insta a que no actúe contra su madre, diciéndole “encomiéndala al cielo” y a las aflicciones de su propia conciencia (I.v.86). 

El fantasma se marcha con el amanecer. Conmocionado, Hamlet jura recordarlo y obedecer. Entonces llegan Horacio y Marcelo para preguntarle frenéticamente por lo sucedido. Tembloroso y muy agitado, se niega a contárselo y les insiste que juren por su espada no revelar una palabra sobre lo que han visto. Les dice además que más tarde puede que vean que finge estar loco y los hace jurar que no darán la menor pista de que conocen sus verdaderos motivos. Tres veces resuena la voz del fantasma desde debajo de la tierra proclamando: “Juren”. Horacio y Marcelo dan su juramento sobre la espada de Hamlet y los tres parten en dirección al castillo. Mientras se marchan, Hamlet lamenta la responsabilidad que tiene ahora en sus manos: “El tiempo está fuera de lugar. ¡Oh maldito despecho, que alguna vez nací para corregir!” (I.v.189–190). 

Resumen del Acto Segundo, Escena i 

Polonio envía a Francia a su sirviente Reynaldo para que le entregue dinero y unas notas a Laertes, y además para que lo investigue y vigile. Le da indicaciones explícitas sobre cómo llevar a cabo sus averiguaciones y lo envía de vuelta. Cuando Reynaldo está por partir, entra Ofelia visiblemente angustiada y le dice a Polonio que Hamlet la ha abordado despeinado y con los ojos desorbitados. La aferró, la abrazó y dio profundos suspiros, pero no le dijo nada. Polonio supone que Hamlet debe estar loco de amor por Ofelia, ya que ella se ha distanciado desde que él se lo ordenó. Polonio especula que ese mal de amores podría explicar el desánimo de Hamlet y se apresura a ir a contarle esto a Claudio. 

Análisis del Acto Primero, Escena v–Acto Segundo, Escena i 

En el Acto Primero, el acontecimiento principal es la exigencia del fantasma de que Hamlet busque venganza contra Claudio. Pone en marcha la trama central de la obra y conduce a Hamlet hacia la idea de fingir locura, que pasa a ser su principal modo de interactuar con los demás durante la mayor parte de los tres actos siguientes, además de funcionar como recurso literario fundamental para el desarrollo del personaje. Y, lo que es más importante, presenta la idea de justicia por retribución, la noción de que un pecado debe pagarse con un castigo. Claudio ha cometido un pecado y ahora debe pagarlo para restablecer el equilibrio del reino. La idea de retribución persigue e impulsa a los personajes a lo largo de la obra, lo que funciona como un motor importante de la acción: incita a Claudio a la culpa, a Hamlet a alejarse del suicidio y a Laertes a la rabia asesina tras la muerte de Ofelia y Polonio. 

Si bien Hamlet podría clasificarse dentro del género de tragedia de venganza, con ciertos rasgos de la anterior Tragedia española popularizada por Thomas Kyd, se diferencia de dicha tradición en el hecho de que se ocupa más de la reflexión y el cuestionamiento moral que de la acción sangrienta. Una de las tensiones centrales de la obra deriva de la incapacidad de Hamlet de hallar verdades morales certeras a medida que se forja camino hacia la venganza. Incluso en el primer encuentro con el fantasma, Hamlet cuestiona las apariencias del mundo que lo rodea y se pregunta si puede confiar en sus percepciones, poniendo en duda la autenticidad del fantasma de su padre y de su trágica petición.  

Dado el carácter de Hamlet contemplativo hasta la obsesión, la decisión de fingir locura, evidentemente para evitar que los demás personajes deduzcan el motivo de su comportamiento, lo lleva en ocasiones muy cerca de la locura real. En efecto, es imposible asegurar con certeza si termina enloqueciendo de verdad y, si es así, cuándo su actuación se convierte en realidad. Ya hemos visto que Hamlet, además de reflexivo por naturaleza, también tiene una tendencia a la alteración que lo hace errático, nervioso e impredecible. 

En el Acto Primero, Escena v, en cuanto desaparece el fantasma, Hamlet parece tener demasiados nervios acumulados para tratar competentemente con los curiosos Horacio y Marcelo. Aún sigue inseguro de qué debe creer y la tensión de su incertidumbre se manifiesta en un juego de palabras que ya lo hace parecer un tanto loco cuando llama al fantasma “amigo honesto” y “viejo topo” mientras resuena desde debajo de la tierra el “Juren” (I.v.152, I.v.164). 

La breve escena que da comienzo al Acto Segundo se divide en dos partes: en la primera, se sucede la conversación entre Polonio y Reynaldo sobre Laertes; y, en la segunda, la conversación entre Polonio y Ofelia sobre Hamlet. La escena permite desarrollar al personaje de Polonio, que es una de las figuras más intrigantes de Hamlet. Polonio puede interpretarse tanto como un tonto temeroso o bien como un astuto manipulador, y se lo representa en escena en ambos papeles. En esta escena en particular, en las detalladas instrucciones que le da a Reynaldo para el espionaje, parece estar más cerca del manipulador que del tonto, aunque es evidente que le gusta escucharse y esto lo lleva a algunos equívocos cómicos. (“Y entonces, señor, esto… esto… ¿qué iba a decir? Algo iba a decir… ¿En qué estábamos?” [II.i.49–51]). 

En sus consejos a Reynaldo, Polonio presenta de forma explícita uno de los temas de Hamlet: la idea de que las palabras pueden usarse para torcer y alterar la verdad. Le explica a Reynaldo cómo hacer preguntas capciosas a los conocidos de Laertes y cómo formularlas de forma que parezcan inofensivas. Al igual que Claudio, que manipuló a la corte real con su discurso en el Acto Primero, Escena ii, las palabras se convierten en una herramienta para influir en las mentes de los demás y controlar su percepción de la verdad. Recordemos que Claudio asesinó al rey Hamlet vertiendo veneno en su oído. Shakespeare ilustra constantemente la idea de que las palabras pueden hacer las veces de veneno en quienes las escuchan. Tal como dice el fantasma en el Acto Primero, Escena v, Claudio ha envenenado “el oído de Dinamarca” con sus palabras (I.v.36). Las imágenes recurrentes del oído y la audición son un símbolo importante del poder de las palabras para manipular la verdad. 

El diálogo entre Polonio y Ofelia también es importante por diversas razones. En primer lugar, ilustra cómo se ha estado comportando Hamlet desde su encuentro con el fantasma: tal como lo prometido a Horacio, actúa como un loco. Si bien nos enteramos de esto a través de la descripción de Ofelia, dicha escena emotiva podría deberse en parte a su plan general de fingir locura y, en parte, a la angustia real de encontrarse con ella, que lo ha rechazado hace poco tiempo. Además, el casamiento de su madre con Claudio parece haber arruinado su opinión sobre las mujeres en general. 

En segundo lugar, la conversación también sirve para informarle al público que ella ha obedecido las órdenes de su padre y ha roto su relación con Hamlet, lo que confirma su naturaleza dócil y su dependencia de su padre a la hora de elegir cómo comportarse. Por último, la conversación engendra un momento importante para la trama de la obra: la repentina idea de Polonio de que la melancolía y el extraño comportamiento de Hamlet pueden deberse a su amor por Ofelia. Aunque la teoría excesivamente simple es obviamente insuficiente para explicar el comportamiento de Hamlet, esto desencadena varios desarrollos de la trama en las escenas siguientes, como el desastroso enfrentamiento de Hamlet con Ofelia y Gertrudis, y la decisión de Claudio de espiar a Hamlet.