Resumen del Capítulo 7
Unos días más tarde, tras el comienzo de clases, Jem le dice a Scout que encontró los pantalones misteriosamente remendados y colgados bien prolijos sobre la cerca. Cuando regresan a casa de la escuela ese día, se encuentran con otro regalo escondido en el tronco: un ovillo de cuerda gris. Lo dejan allí un par de días, pero nadie se lo lleva, así que se lo apropian.
Como era de esperarse, Scout es tan infeliz en el segundo año de escuela como lo fue en el primero, pero Jem le promete que la escuela mejora cuanto más se avanza. A fines del otoño, aparece otro regalo en el tronco: dos figuras talladas en jabón que se parecen a Scout y Jem. A las figuras les siguen un chicle, una medalla de un concurso de ortografía y un viejo reloj de bolsillo. Al día siguiente, Jem y Scout descubren que han tapado el agujero con cemento. Cuando al día siguiente Jem le pregunta al Sr. Radley (Nathan Radley, el hermano de Boo) por el árbol, el Sr. Radley responde que lo ha tapado porque el árbol se está muriendo.
Resumen del Capítulo 8
Por primera vez en años, llega a Maycomb un invierno de verdad, hasta cae una ligera nevada, un acontecimiento lo suficientemente raro como para que se suspendan las clases. Jem y Scout se llevan toda la nieve que pueden del jardín de la Srta. Maudie al suyo. Como no tienen suficiente nieve para hacer un muñeco, hacen una pequeña figura de barro y la cubren de nieve. Le dan la apariencia del Sr. Avery, un hombre desagradable que vive al final de la calle. El muñeco se parece tanto al Sr. Avery que Atticus les ordena que lo disfracen. Jem le pone el sombrero de la Srta. Maudie y le pone en las manos sus tijeras de podar, para disgusto de ella.
Esa noche, Atticus despierta a Scout y la ayuda a ponerse su albornoz y el abrigo para salir de la casa con Jem. La casa de la Srta. Maudie se está incendiando. Los vecinos la han ayudado a salvar los muebles y el camión de bomberos llega a tiempo para impedir que el fuego alcance otras casas, pero no para impedir que la casa de la Srta. Maudie se queme por completo. En medio de la confusión, alguien cubre a Scout con una manta, pero cuando Atticus le pregunta más tarde quién se la ha dado, ella no tiene idea. Jem se da cuenta de que ha sido Boo Radley y le explica a Atticus toda la historia de los regalos en el tronco y de los pantalones remendados. Atticus les dice que se los queden y Scout, al darse cuenta de que Boo estuvo justo detrás de ella, casi vomita.
A pesar de haber perdido su casa, la Srta. Maudie está alegre al día siguiente. Les cuenta a los niños lo mucho que odiaba su antigua casa y que ya está planeando construir una más pequeña y plantar un jardín más grande. Dice que ojalá hubiera estado allí cuando Boo le puso la manta a Scout para atraparlo in fraganti.
Análisis de los Capítulos 7–8
Al principio retratado como un raro y un lunático, Boo Radley sigue ganándose la simpatía de los niños en estos capítulos. Lee utiliza una técnica elíptica para contar su historia: insinúa y da a entender lo que está sucediendo sin mostrárselo nunca al lector directamente. Este debe leer entre líneas, deduciendo, por ejemplo, que fue Boo Radley quien le remendó los pantalones a Jem y colocó los regalos en el árbol, ya que Scout no se da cuenta de que es Boo quien está detrás de todo eso hasta que Jem se lo explica a Atticus después del incendio.
En comparación con la perspectiva aún infantil de Scout, aquí se evidencia la comprensión del mundo más madura de Jem, además de su fuerte sentido de justicia. Cuando Nathan Radley tapa el agujero del tronco, Scout está decepcionada pero no desconsolada, y solo lo interpreta como el final de los regalos. Jem, por el contrario, llega a llorar al darse cuenta de que el hermano de Boo ha hecho algo cruel: le ha arrebatado su única conexión con el mundo exterior y ha roto el único atisbo de amistad con su hermano. Este incidente, que el lector adivina detrás de la narrativa de Scout, se introduce en el tema más amplio de la novela de la inocencia sufrida, y el enfado de Jem ante esta injusticia anticipa el de su padre ante el juicio de Tom Robinson. Mientras que Scout conserva su inocencia y optimismo a lo largo del libro, Jem pasa por una profunda desilusión como parte de su “crecimiento” y el incidente de Boo Radley en este capítulo es un paso importante hacia esa desilusión.
La comparación implícita entre las figuras de jabón de Boo y el muñeco de nieve de Jem y Scout revela la diferencia en la forma en que cada parte interactúa con los demás. Mientras que Boo talla sus figuras para conectar con los dos niños, Jem y Scout arman su muñeco de nieve por la aversión que sienten hacia el Sr. Avery. Además, Boo no hace las esculturas para él, sino que se las da como regalo. Jem y Scout, por el contrario, hacen el muñeco de nieve puramente para su propia diversión.
La crítica Claudia Durst Johnson ha argumentado que Matar un ruiseñor contiene muchos elementos góticos, desde las leyendas y los secretos que rodean al personaje de Boo Radley hasta las historias imaginativas de Dill y las supersticiones de los niños. La nieve inesperada y el incendio de la casa de la Srta. Maudie, junto con la aparición posterior del perro rabioso, colaboran con la creación de un presentimiento sobrenatural que conduce a la justicia que impregna el juicio de Tom Robinson. Esta interpretación, sin embargo, se ve equilibrada por el hecho de que tanto la nieve como el fuego sacan lo mejor de la gente: se suspenden las clases; Scout y Jem arman un bonito muñeco de nieve; los vecinos ayudan a salvar las pertenencias de la Srta. Maudie; y ella persevera después de que su casa queda destruida. Incluso cuando ve arruinadas sus más preciadas flores, la valiente anciana no se desespera, sino que hace un comentario alegre sobre sus ideas de una casa más pequeñas y un jardín más grande. Este entrelazado de atmósferas dramáticas y góticas con un pueblito de buen corazón es el epítome de Matar un ruiseñor y refleja el tema principal de la novela. En un mundo en el que la inocencia se ve amenazada por la injusticia, la crueldad, los prejuicios y el odio, la bondad puede prevalecer en forma de simpatía, comprensión y sentido común, como demuestra la afectuosa voluntad de los habitantes del pueblo de ayudarse unos a otros, lo que les permite superar la intrusión de estos elementos góticos en sus sencillas vidas pueblerinas.