Resumen del Capítulo 9
En la escuela, Scout casi termina en una pelea con un compañero llamado Cecil Jacobs porque usó un insulto racista para decir que Atticus defiende a las personas negras. Atticus está a cargo de la defensa de Tom Robinson, un hombre negro acusado de violar a una mujer blanca. Es un caso que no espera ganar, pero le dice a Scout que debe defenderlo para mantener su sentido de la justicia y el respeto por sí mismo.
Durante la época navideña, el hermano de Atticus, Jack, viene a quedarse con Atticus por una semana durante las fiestas. Scout generalmente se lleva bien con él, pero cuando llega a Maycomb, empieza a maldecir delante de él (un hábito que ha adquirido hace poco). Después de comer, Jack le pide que se siente sobre su regazo y le dice que no diga malas palabras en su presencia. El día de Navidad, Atticus va con sus hijos y Jack a Finch’s Landing, una vieja casa de campo donde viven su hermana, Alexandra, y su esposo. Allí, Scout tiene que soportar a Francis, el nieto de Alexandra, que está pasando las vacaciones. Scout piensa que es el chico más aburrido que ha conocido. También tiene que soportar a la puritana y remilgada Alexandra, que insiste en que Scout se vista como una dama en lugar de llevar pantalones.
Una noche, Francis le dice a Scout que Dill es un enano y usa un insulto racista para menospreciar a Atticus, que simpatiza con las personas negras. Scout maldice a Francis y le da una paliza. Francis se lo cuenta a Alexandra y al tío Jack, por lo que este azota a Scout sin escuchar antes su lado de la historia. Cuando regresan a Maycomb, Scout le dice a Jack lo que había dicho Francis y este se enfurece. Scout le hace prometer que no se lo contará a Atticus, porque él le pidió que no peleara con nadie más por lo que digan sobre él. Jack se lo promete y cumple su palabra. Más tarde, Scout oye por casualidad a Atticus decirle a Jack que Tom Robinson es inocente, pero que está condenado, ya que es inconcebible que un jurado compuesto exclusivamente por blancos lo absuelva.
Resumen del Capítulo 10
Según Scout, Atticus es un poco mayor que otros padres en Maycomb. Su edad un tanto avanzada a veces hace que sus hijos se sientan avergonzados: por ejemplo, lleva anteojos y lee en lugar de cazar y pescar como otros hombres del pueblo. Sin embargo, un día, aparece un perro rabioso que deambula por la calle cerca de la casa de los Finch. Calpurnia llama a Atticus, que regresa a casa con Heck Tate, el sheriff de Maycomb. Este viene con un rifle y le pide a Atticus que le dispare al animal. Para asombro de Jem y Scout, Atticus lo hace y le da al perro en el primer disparo a pesar de estar a una distancia considerable. Más tarde, la Srta. Maudie les cuenta a Jem y Scout que, de joven, Atticus era el mejor tirador del condado: “One-shot Finch”. Scout está ansiosa por presumir de ello, pero Jem le dice que lo mantenga en secreto, porque si Atticus quisiera que lo supieran, se lo habría dicho.
Resumen del Capítulo 11
De camino al centro comercial de Maycomb está la casa de la Sra. Dubose, una anciana cascarrabias que siempre les grita a Jem y Scout cuando pasan por allí. Atticus les advierte que sean educados con ella, porque es vieja y está enferma, pero un día ella les dice que Atticus no es mejor que la gente que defiende, por lo que Jem pierde los estribos, toma una porra de Scout y le destruye todos sus arbustos de camelias. Como castigo, Jem debe ir a su casa todos los días durante un mes para leerle. Scout lo acompaña y soportan el maltrato y los peculiares ataques de la Sra. Dubose, que se producen siempre al final de cada sesión de lectura. Por eso, cada sesión es más larga que la anterior. La Sra. Dubose muere cerca de un mes después de que Jem cumple su castigo. Atticus le revela que era adicta a la morfina y que la lectura formaba parte de su exitoso plan por combatir su adicción. Atticus le entrega una caja que la Sra. Dubose le había dado a su criada para él; adentro hay una camelia blanca.
Análisis de los Capítulos 9–11
El incendio con el que se cierra la sección anterior representa un importante punto de inflexión en la estructura de la narración de Matar un ruiseñor. Antes del incendio, la novela se centra en el mundo infantil de Scout, sus juegos con Jem y Dill, y sus supersticiones infantiles sobre Boo Radley. Después del incendio, Boo Radley y las actividades de la infancia empiezan a desvanecerse de la historia y dan lugar al drama del juicio. Este cambio da comienzo a la dramatización gradual del tema de la pérdida de la inocencia en la novela, a medida que los problemas y preocupaciones de los adultos empiezan a perturbar el mundo feliz de los niños Finch.
La ocasión para que el mundo adulto se entrometa en la vida de Scout es el juicio de Tom Robinson. Como Robinson es un hombre negro acusado de violar a una mujer blanca, los residentes blancos de Maycomb están furiosos porque Atticus, el mejor abogado del pueblo, ayudará en su causa. Los pueblerinos no están dispuestos a controlar sus muestras de ira contra Atticus; Scout y Jem también son blanco de ataque. El pueblo de Maycomb, cuyos habitantes han sido presentados hasta ahora de forma mayormente positiva, de pronto se vuelven contra los Finch, y dejan al descubierto la cara desagradable y racista de la vida sureña. Los propios miembros de su familia —Alexandra y su odioso nieto— condenan su decisión de ayudar a Tom Robinson. Con el Capítulo 9, Alexandra hace su primera aparición en la historia y su descripción es principalmente negativa; no aparecerá como un personaje simpático sino hasta más adelante.
La adversidad que enfrenta la familia revela el estilo de crianza de Atticus, su preocupación por inculcarles valores morales a sus hijos. Para Atticus, la justicia, la moderación y la honestidad son valores particularmente importantes. Les enseña a sus hijos a no meterse en peleas, aunque sufran un maltrato verbal y a que practiquen una valentía pacífica. Cuando les regala a sus hijos rifles de aire comprimido, les dice que es pecado matar un ruiseñor. Esta idea es, por supuesto, la fuente del título de la novela y refleja su preocupación por las injusticias que sufren los inocentes. De diversas maneras, Jem y Scout, Boo Radley y Tom Robinson son todos “ruiseñores”.
El incidente con el perro rabioso demuestra el coraje de Atticus y simboliza la dependencia del pueblo de su protección tanto del animal como del peor mal que guardan en su propio interior. El hecho de que sea Scout, en particular, quien se asombre tanto con la destreza masculina que ve asociada a su puntería representa lo mucho que aún tiene que aprender sobre el valor. Para Atticus, la verdadera valentía no tiene nada que ver con armas. Los acontecimientos siguientes en torno al personaje de la Sra. Dubose le dan la oportunidad de mostrarle a Jem en qué consiste el verdadero coraje. En muchos sentidos, la Sra. Dubose representa todos los males de Maycomb: es imperdonablemente racista, lanza maldiciones contra los niños y denigra a Atticus por defender a un hombre negro. Sin embargo, la oscuridad que hay en ella se equilibra con su valentía y determinación. Tal como Atticus ama Maycomb a pesar de sus defectos, respeta a la Sra. Dubose por poseer “valor de verdad”, que él explica como “cuando sabes que estás perdido antes de empezar, pero empiezas de todos modos y lo llevas a cabo pase lo que pase”. Esta actitud, por supuesto, describe adecuadamente el enfoque de Atticus en el caso de Tom Robinson, en el que pone en práctica los principios morales que defiende, que en definitiva son la clave de su importancia en Maycomb y de su heroísmo en la novela.
La camelia que la Sra. Dubose le deja a Jem constituye una destilación de lo que Atticus considera su bondad esencial. Ella se ha despojado de su persona mortal, racista e irritable, y la flor simboliza la pureza de alma que Atticus atribuye a todo el mundo. El rechazo inicial del regalo por parte de Jem simboliza su incapacidad para ver esta bondad. Aunque el gesto de la Sra. Dubose parece implicar un aprecio por Jem, este aún no ha madurado lo suficiente como para darse cuenta de que el bien y el mal pueden coexistir en una misma persona; por lo tanto, sigue sin querer aceptar que la Sra. Dubose pueda representar algo bueno.