Resumen del Prólogo
Frankenstein se inicia con un prefacio firmado por Mary Shelley, pero supuestamente escrito por su esposo, Percy Bysshe Shelley. Allí afirma que la novela se empezó a escribir durante unas vacaciones de verano en los Alpes suizos, cuando el tiempo inusualmente lluvioso y las noches que pasó leyendo historias de fantasmas alemanas inspiraron a la autora y a sus compañeros literarios a crear un concurso de escritura de historias de terror, del que esta obra es el único producto terminado.
Resumen de la Carta 1
La novela comienza con una serie de cartas del explorador Robert Walton a su hermana, Margaret Saville. Walton, un caballero inglés acomodado con una pasión por la navegación, es capitán de un barco que va rumbo al Polo Norte en una peligrosa travesía. En la primera carta, le cuenta a su hermana sobre los preparativos que precedieron a su partida y sobre sus deseos más íntimos que lo impulsan a llevar a cabo “alguna gran empresa”: descubrir un pasaje que conecte con el océano Pacífico, revelar la fuente del magnetismo de la Tierra o simplemente poner pie en un territorio desconocido.
Resumen de las Cartas 2–3
En la segunda carta, Walton se lamenta de su falta de amigos. Se siente solo y aislado, demasiado sofisticado para buscar consuelo en la tripulación y demasiado inculto para encontrar un alma sensible con la que compartir sus sueños. Se presenta como un romántico, con su “amor por lo maravilloso, su creencia en lo maravilloso” que lo mueve por el peligroso y solitario camino que ha elegido. En su breve tercera carta, Walton le cuenta a su hermana que el barco ha zarpado y que tiene plena confianza en que logrará su cometido.
Resumen de la Carta 4
En la cuarta carta, el barco queda atrapado entre enormes bloques de hielo y Walton y sus hombres divisan un trineo tirado por una gigantesca criatura a media milla de distancia. A la mañana siguiente, se encuentran con otro trineo varado sobre un témpano de hielo. Todos los perros que tiran del trineo están muertos, salvo uno y el hombre que viaja en el vehículo—diferente del que vieron la noche anterior— que se ve consumido, débil y enfermo. A pesar de su condición, el hombre se niega a subir al barco hasta que Walton le dice que se dirigen al norte. El extraño tarda dos días en recuperarse, bajo el cuidado de la tripulación, antes de poder hablar. La tripulación arde de curiosidad, pero Walton, consciente del estado aún frágil del hombre, les impide que lo agobien con preguntas. Con el transcurso del tiempo, Walton y el hombre se hacen amigos y este finalmente accede a contarle su historia. Al final de la cuarta carta, Walton anuncia que el huésped comenzará su relato al día siguiente. Aquí termina la narración de Walton y comienza el relato enmarcado del desconocido.
Análisis del Prólogo y de las Cartas 1–4
Si bien en el Prólogo la novela Frankenstein se presenta como un simple entretenimiento, se le da también un giro serio: se trata de una ciencia ficción que sin embargo capta “la veracidad de los elementales principios de la naturaleza humana”. Las obras de Homero, Shakespeare y Milton se presentan como magníficos ejemplos del tipo de trabajo al que aspira Frankenstein. A propósito, la referencia al “Dr. Darwin” de la primera oración no se refiere al famoso evolucionista Charles Darwin, que tenía apenas siete años para la época en que se escribió la novela, sino a su abuelo, el biólogo Erasmus Darwin.
Las cartas de Walton no solo preparan el terreno para la narración del desconocido, sino que además presentan a un importante personaje: al propio Walton, cuya historia se desenvuelve en paralelo a la de Frankenstein. En este sentido, la segunda carta presenta la idea de pérdida y soledad en sus lamentos por no contar con nadie con quien compartir sus triunfos y fracasos, ningún oído sensible a sus sueños y ambiciones. Walton encuentra en el desconocido al amigo que siempre buscó; su búsqueda de un compañero y sus intentos por encontrarlo en el desconocido entablan un paralelo con el deseo del monstruo de tener un amigo y compañero más adelante en la novela. Este paralelismo entre el hombre y el monstruo, ya implícito en estas primeras cartas y cada vez más patente a medida que avanza la novela, sugiere que estos dos personajes no son tan diferentes como parecen.
Otro tema que presentan las cartas de Walton es el peligro del conocimiento. El desconocido le dice: “Busca usted el conocimiento y la sabiduría, al igual que yo antaño; anhelo con fervor que el fruto de sus aspiraciones no se convierta en una serpiente que lo muerda, como me ocurrió a mí”. El tema del conocimiento destructivo se desarrolla a lo largo de la novela a medida que se revelan las trágicas consecuencias de la obsesiva búsqueda del desconocido por comprender. Al igual que él, Walton está embelesado por la oportunidad de saber lo que nadie más sabe, de ahondar en los secretos de la naturaleza: “¿Qué no esperar en un país de luz eterna?”, pregunta.
Walton es solo una de las tantas voces que conforman Frankenstein. Sus cartas sirven como relato marco para la narración principal —la del desconocido— y desarrollan el contexto en el que esta se narra. En el seno de la narración del desconocido se escuchan otras voces. El uso de varios relatos enmarcados dirige la atención a la narración misma de la historia y suma nuevas capas de complejidad a la ya intrincada relación entre el autor y el lector: a medida que el lector escucha la historia de Víctor, también lo hace Walton; a medida que Walton escucha, también lo hace su hermana.
Al centrar la atención del lector en la narración, en la importancia del narrador y de su público, Shelley puede haber intentado vincular su novela a la tradición oral a la que pertenecen las historias de fantasmas que inspiraron su obra. Cada relato enmarcado funciona como un constante recordatorio para el lector de la presencia de otros autores y públicos, así como de los cambios de perspectiva, como cuando Víctor se sale de su narración para dirigirse a Walton o como cuando Walton firma cada carta que le envía a su hermana.