Resumen del Capítulo 15
Una noche, mientras busca comida en el bosque que rodea la cabaña, el monstruo encuentra un maletín de cuero con algo de ropa y libros. Ansioso por aprender sobre el mundo más de lo que puede descubrir a través de la rendija de la choza, se lleva los libros y se pone a leer.
Entre los títulos están Las penas del joven Werther de Johann Wolfgang von Goethe, un volumen de Las vidas de Plutarco y El paraíso perdido de John Milton, que genera mayor efecto en el monstruo. Sin saber que El paraíso perdido es una obra imaginativa, lo lee como una historia real y le encuentra muchas similitudes con su propia situación. En otra ocasión, mientras revisaba los bolsillos de su ropa, que había robado hacía tiempo del apartamento de Víctor, encuentra algunas notas de su diario. Ahora que ya sabe leer, no tarda en comprender el horror de su propia creación y la repugnancia de su creador ante su presencia.
Consternado por estos descubrimientos, el monstruo desea revelarse a los campesinos con la esperanza de que vean más allá de su horrible exterior y se hagan amigos suyos. Decide acercarse primero al ciego De Lacey con la esperanza de ganarse su confianza mientras Félix, Agatha y Safie están afuera. Supone que De Lacey, sin el prejuicio ante su horrible apariencia, pueda convencer a los demás de su naturaleza bondadosa.
Pronto se le presenta la oportunidad perfecta, cuando Félix, Agatha y Safie salen un día a dar un largo paseo. El monstruo entonces entra nervioso a la cabaña y se pone a hablar con el anciano, pero justo cuando empieza a explicarle su situación, los otros tres regresan inesperadamente y Félix ahuyenta al monstruo, horrorizado por su aspecto.
Resumen del Capítulo 16
Ante este rechazo, el monstruo jura vengarse de todos los seres humanos y de su creador, en particular. Emprende un viaje de varios meses, cuidando de que nadie lo vea y llega hasta Ginebra. En el camino, ve a una joven aparentemente sola, que se resbala dentro de un arroyo y parece estar a punto de ahogarse. Cuando el monstruo la rescata del agua, el hombre que acompañaba a la joven piensa que la ha atacado y le dispara.
Ya cerca de Ginebra, el monstruo se cruza en el bosque con William, el hermano menor de Víctor. Cuando este menciona que su padre es Alphonse Frankenstein, el monstruo estalla en un arrebato de venganza y estrangula al joven hasta matarlo con sus propias manos. Luego, toma la foto de Caroline Frankenstein que el joven tenía en la mano y la coloca entre los pliegues del vestido de una joven que encuentra durmiendo en un granero: Justine Moritz, más tarde ejecutada por el asesinato de William.
Después de explicarle a Víctor las circunstancias del asesinato de William y la condena de Justine, el monstruo le implora que cree otro monstruo que le haga compañía y sea su pareja.
Resumen del Capítulo 17
El monstruo le dice a Víctor que tiene derecho a tener una compañera. Al principio, Víctor se rehúsa, pero el monstruo apela a su sentido de la responsabilidad en carácter de su creador. Le dice que todos sus malos actos no han sido más que el resultado de su desesperada soledad. Le promete marcharse con su pareja a América del Sur para esconderse en la selva lejos del contacto humano. Si cuenta con la simpatía de otro monstruo, sostiene, ya no sentirá impulso de matar. Convencido por tales argumentos, Víctor acepta crear un monstruo hembra. Extasiado, aunque escéptico, el monstruo le dice que seguirá de cerca el progreso de su trabajo y que no tiene que preocuparse por cómo contactarse con él una vez que lo termine.
Análisis de los Capítulos 15–17
Tanto aquí como en el resto de la novela, El paraíso perdido sirve como piedra de toque para el monstruo en su intento por comprender su identidad. Al compararse tanto con Adán como con Satán, puesto que se percibe a sí mismo como ser humano y demonio a la vez, se encuentra en una posición incómoda entre dos reinos. “Al igual que Adán, me habían creado sin ninguna aparente relación con otro ser humano”, dice. “A veces llegué a pensar que Satanás era el ser que mejor se ajustaba a mi situación, porque, tal como en él, sentía amarga envidia al ver la dicha de mis protectores”. Regañado como Adán y maldecido como Satanás, el monstruo es dolorosamente consciente del desprecio absoluto que siente su creador hacia él.
El monstruo sigue hablándole a Víctor directamente, lo que le recuerda al lector la relación entre ambos, la situación concreta en la que se cuenta la historia del monstruo (la cabaña de Montanvert) y la compleja estructura narrativa de la novela. Además, citas como “¡Creador cruel y despiadado, que me dotaste de percepciones y pasiones, y luego me arrojaste al vacío como un objeto de desprecio y de horror para la humanidad!” dan estructura formal a la narración a la vez que subrayan que el monstruo narra su historia con un propósito claro: el de provocar una reacción en Víctor, el reconocimiento de su responsabilidad en dicha situación tan desastrosa.
El tema de la naturaleza sublime reaparece en la narración del monstruo y lo humaniza, ya que tiene la capacidad de causar un profundo efecto en él, tal como en Víctor. Cabe subrayar que mientras que Víctor busca consuelo en el mundo encumbrado, frío y extremo de los Alpes—como si esto congelara (y por tanto inhabilitara) su culpabilidad por el asesinato—, el monstruo, en cambio, encuentra consuelo en los suaves colores y olores de un bosque primaveral, símbolo de su deseo de revelarse al mundo e interactuar con los demás. “Un tanto sorprendido por la novedad de estas sensaciones, me dejé llevar; y, olvidándome de mi soledad y deformidad, me atreví a ser feliz”, dice el monstruo. A diferencia de Víctor, es capaz de alejar, al menos temporalmente, los aspectos negativos de su existencia.