Resumen de los Capítulos 1–2  

La noticia de que un joven adinerado llamado Charles Bingley ha alquilado la mansión de Netherfield Park provoca un gran revuelo en el pueblo de Longbourn, sobre todo en la casa de los Bennet, que tienen cinco hijas solteras. Es precisamente la Sra. Bennet, una chismosa tonta y  remilgada, de las que está de acuerdo con las palabras iniciales de la obra: “Es una verdad sabida que un hombre soltero con buena fortuna debe estar en busca de una esposa”. Ella ve en la llegada del Sr. Bingley una oportunidad para que una de las jóvenes consiga un esposo rico y, por lo tanto, insiste en que su marido visite al recién llegado sin dilación. El Sr. Bennet atormenta a su familia fingiendo no tener interés en hacerlo, pero finalmente se reúne con el Sr. Bingley sin que ellas lo sepan. Cuando les revela a la Sra. Bennet y a sus hijas que ha conocido a su nuevo vecino, ellas se alegran y emocionan. 

Resumen de los Capítulos 3–4 

Ansiosa por averiguar más, la Sra. Bennet y las niñas interrogan al Sr. Bennet sin descanso. Unos días más tarde, el Sr. Bingley devuelve su visita, aunque no conoce a las hijas. Los Bennet lo invitan a cenar poco después, pero él debe partir a Londres. Sin embargo, regresa pronto a Netherfield Park con sus dos hermanas, su cuñado y un amigo llamado Darcy. 

El Sr. Bingley y sus huéspedes asisten a un baile en el pueblo cercano de Meryton, al cual también acuden las hermanas Bennet asisten en compañía de su madre. La hermana mayor, Jane, baila dos veces con Bingley. Su hermana Elizabeth alcanza a oír a Bingley que le exclama a Darcy que Jane es “la criatura más bella” que ha contemplado en su vida. Bingley le sugiere a Darcy que baile con Elizabeth, pero él se niega diciendo “Es tolerable, pero no lo suficientemente atractiva como para tentarme”. Luego declara que no tiene interés alguno en las mujeres que son despreciadas por otros hombres”. Elizabeth siente una inmediata y comprensible antipatía por Darcy –debido a sus comentarios y a su negativa a bailar con cualquiera que no sea rico y bien educado, el vecindario siente una antipatía similar– y, en cambio, declara que Bingley es bastante “amable”. 

Al final de la velada, las Bennet regresan a su casa, donde la Sra. Bennet obsequia a su marido con anécdotas de la noche hasta que él insiste en que guarde silencio. En el piso de arriba, Jane le cuenta a Elizabeth su sorpresa por el hecho de que Bingley haya bailado con ella dos veces, y su hermana le responde que no es consciente de su propia belleza. Ambas muchachas coinciden en que las hermanas de Bingley no tienen buenos modales, pero Jane afirma que son encantadoras en conversaciones más íntimas, aunque Elizabeth sigue guardando aversión hacia ellas. 

El narrador entonces presenta para el lector la historia de Bingley: ha heredado cien mil libras de su padre, pero, por ahora, a pesar de las quejas de sus hermanas, vive como inquilino. Su amistad con Darcy es “estable”, aunque tengan personalidades tan contrastantes, algo que quedó ilustrado en sus respectivas actitudes durante el baile en Meryton. Bingley, alegre y sociable, pasa un buen rato y queda prendado de Jane; Darcy, más inteligente, pero con menos tacto, encuentra a la gente aburrida e incluso critica a Jane por sonreír demasiado (las hermanas de Bingley, por otro lado, comentan que Jane es “una chica dulce”, y Bingley se siente por tanto seguro de la buena impresión que ha tenido de ella). 

Análisis de los Capítulos 1–4 

La frase inaugural de Orgullo y prejuicio –“ Es una verdad sabida que un hombre soltero con buena fortuna debe estar en busca de una esposa”– establece la centralidad de un matrimonio ventajoso, un valor social fundamental durante la regencia británica. La llegada del Sr. Bingley (y las noticias sobre su fortuna) es el acontecimiento que pone en marcha la trama. Él les da a las jóvenes Bennet la oportunidad de un matrimonio rico y con buenos contactos. La frase inicial tiene un significado sutil implícito. En la afirmación declarativa y esperanzada de que un hombre rico debe estar buscando esposa, se esconde bajo su superficie la verdad de tales asuntos: una mujer soltera debe estar necesitada de marido, especialmente de uno rico. 

El primer capítulo está conformado principalmente por diálogos directos, un ejemplo típico de la técnica de Austen para revelar los rasgos y actitudes de los personajes a través de la manera en que se expresan. El último párrafo, cuando el narrador describe al Sr. Bennet como una “mezcla rara de ocurrencia, sarcasmo, reserva y capricho” y a su esposa como “una mujer de poca inteligencia, más bien inculta y de temperamento cambiante” no hace más que confirmar las valoraciones de los personajes que los lectores ya han hecho a partir de sus diálogos: la Sra. Bennett encarna la mala educación y es propensa a una monótona histeria; el Sr. Bennet es un hombre ingenioso que se retrae del comportamiento de su esposa excesivamente dramático. En Orgullo y prejuicio, no contamos con grandes descripciones físicas de los personajes, por lo que la percepción que el lector tiene de ellos se forma en gran medida a partir de sus palabras. Darcy hace explícita la importancia de lo verbal al final de la novela, cuando le dice a Elizabeth que lo primero que le atrajo de ella fue “la vivacidad de [su] mente”. 

El baile de Meryton es una parte importante de la estructura de la novela dado que es el primer encuentro entre las dos parejas: Darcy y Elizabeth, Bingley y Jane. El título original de la novela de Austen era First Impressions (“Primeras impresiones”), y ciertamente, las primeras impresiones de estos individuos definen los patrones de contraste de las dos principales relaciones entre hombre y mujer de la novela. La relativa soltura con la que interactúan Bingley y Jane es señal de su naturaleza despreocupada; ni Jane ni el propio Bingley son responsables de los obstáculos que encontrarán a lo largo de la novela en el camino hacia su felicidad juntos. En efecto, sus sentimientos mutuos no parecen cambiar mucho después de la primera atracción, ya que no hay una evolución de su amor, sino la demora de su consumación. Por el contrario, el comportamiento de Darcy traiciona inmediatamente el orgullo y el sentido de superioridad social que más le impedirán encontrar su camino hacia Elizabeth. Su desaire hacia ella crea una antipatía mutua, en contraste con la atracción entre Jane y Bingley. Además, mientras que la opinión que Darcy tiene de Elizabeth cambia en pocos capítulos, la idea que ella (y el lector) tiene de él como engreído y arrogante permanece inalterable hasta la mitad de la novela.