Resumen de los Capítulos 5–6 

Los vecinos de los Bennet son Sir William Lucas, su esposa y sus hijos. La hermana mayor, Charlotte, es la amiga íntima de Elizabeth. La mañana siguiente al baile, las mujeres de las dos familias conversan sobre la velada. Llegan a la conclusión de que, si bien Bingley bailó primero con Charlotte, considera que Jane es la más bella de las jóvenes del lugar. La conversación luego gira en torno al Sr. Darcy y Elizabeth afirma que nunca aceptará bailar con él; todos están de acuerdo en que Darcy, a pesar de su cuna y fortuna, es demasiado orgulloso para resultar simpático. 

Las hermanas de Bingley intercambian visitas con los Bennet e intentan hacerse amigas de Elizabeth y Jane. Entre tanto, Bingley sigue prestando toda su atención a Jane y Elizabeth decide que su hermana está “muy enamorada” pero que lo oculta muy bien. Comenta esto con Charlotte Lucas, quien dice que, si Jane lo oculta bien, Bingley puede perder interés. Elizabeth dice que es mejor que una joven sea paciente hasta estar segura de sus sentimientos; Charlotte disiente y dice que es mejor no saber demasiado sobre los defectos de su futuro marido. 

Darcy siente atracción hacia Elizabeth: comienza a prestar atención a sus conversaciones durante las fiestas, para sorpresa de ella. Durante una fiesta en casa de los Lucas, Sir William intenta convencerlos de que bailen juntos, pero Elizabeth se niega. Poco después, Darcy le dice a la hermana soltera de Bingley que “la Srta. Elizabeth Bennet” es ahora objeto de su admiración. 

Resumen de los Capítulos 7–8 

El lector se entera de que la propiedad del Sr. Bennet tiene una restricción de herencia, lo que significa que debe pasar a un hombre tras la muerte del Sr. Bennet y no puede heredarla ninguna de sus hijas. Las dos hermanas menores, Catherine (apodada Kitty) y Lydia, se entretienen yendo de visita a la casa de la hermana de su madre, la Sra. Phillips, en el pueblo de Meryton, y chismorreando sobre la milicia allí apostada. 

Una noche, mientras los Bennet conversan sobre los soldados durante la cena, llega una invitación para Jane para pasar un día en Netherfield Park. Sabiendo que va a llover, la Sra. Bennet trama enviarla a caballo en lugar de en carruaje de modo que se vea obligada a pasar allí la noche. Por desgracia, su plan sale demasiado bien: Jane se empapa, cae enferma y no tiene más opción que permanecer en Netherfield. Elizabeth va a visitarla a pie. Cuando llega con las medias empapadas y sucias, causa un gran revuelo y está segura de que los Bingley la desprecian por su ropa embarrada. Jane insiste en que su hermana pase la noche allí y los Bingley acceden. 

Esa noche, durante la visita de Elizabeth, las hermanas Bingley se burlan de los Bennet. Darcy y el Sr. Bingley los defienden, aunque Darcy reconoce, en primer lugar, que no le gustaría ver a su hermana emprender semejante expedición a pie y, en segundo lugar, que la falta de riqueza y de cuna de las Bennet las convierte en malas candidatas. Cuando Elizabeth regresa al salón, la conversación gira en torno a la biblioteca de Darcy en su casa ancestral de Pemberley y luego a sus opiniones sobre lo que constituye a una “mujer consumada”. Después de que él y Bingley enumeran los atributos que tendría tal mujer, Elizabeth declara: “nunca vi tanta capacidad, tanto gusto, esmero y elegancia juntos, como describen”, dando a entender que Darcy está pidiendo demasiado. 

Análisis de los Capítulos 5–8 

A través de la presentación de los Lucas, Austen puede comentar las pretensiones que acompañan a todo rango social. Se dice que a Sir William, nombrado recientemente caballero, su nueva distinción le ha sentado “un poco demasiado fuerte” y se ha ido del pueblo para “regocijarse al reflexionar en su propia importancia”. A pesar de su esnobismo, Sir William sigue siendo un personaje amigable, algo que no puede decirse de la hermana de Bingley, cuya conciencia de clase se evidencia cada vez más. La conciencia sobre las diferencias de clase es una realidad opresora en Orgullo y prejuicio y tiñe las actitudes mutuas entre los personajes de diferente estatus social. Como demuestran Darcy y Elizabeth, tanto los de buena cuna como los socialmente inferiores son propensos a guardar prejuicios que les impiden ver la verdadera naturaleza de los demás. 

La observación que hace Charlotte Lucas sobre el hecho de que Jane no demuestre su afecto por Bingley ilumina la cuidada estructura de la novela. Darcy observa en Jane la misma reticencia y esto lo lleva a suponer que ella no está enamorada de Bingley. La conversación entre Charlotte y Elizabeth anticipa el motivo por el que Darcy intentará luego separar a Bingley y Jane. Al mismo tiempo, el autor prepara al lector para el eventual desenlace de otras relaciones: la creencia de Charlotte de que es mejor no conocer demasiado bien a un marido predice su matrimonio “práctico” con Collins, mientras que la visión más romántica de Elizabeth anticipa su rechazo a dos proposiciones que otras mujeres habrían aceptado sin dudar. 

Tal como en Sensatez y sentimientos, Austen pone énfasis en el tema de la restricción de la herencia para darle un sentido de urgencia a la búsqueda de un marido. Aunque Jane es la hija mayor de una familia bastante acomodada, su condición de mujer le impide disfrutar del éxito que ha tenido su padre. Cuando este muera, la herencia pasará a manos del Sr. Collins, el pariente varón de más edad. Mediante este detalle, subraya no solo el valor que la sociedad le concede a un buen matrimonio, sino también el modo en que las estructuras de la sociedad hacen de un buen matrimonio un prerrequisito para una vida “buena” (siendo “rico” la connotación de bueno). De este modo, Austen comenta la difícil situación de las mujeres en una sociedad que les deja pocas opciones para avanzar y mejorar de situación a través de la ley y de los roles de género prescritos. 

En las relaciones de Orgullo y prejuicio, el lenguaje desempeña un papel de central importancia, ya que Austen lo utiliza para revelar el carácter. Las interacciones entre Darcy y Elizabeth adoptan principalmente la forma de burlas y discusiones, y en las palabras de ella, Darcy puede ver un aspecto más profundo de su carácter, uno que encuentra atractivo y que le permite superar su prejuicio inicial. Aunque su desacuerdo sobre la posibilidad de encontrar a la mujer “perfecta” refuerza su aparente egoísmo y ensimismamiento, también le da a Elizabeth la oportunidad de brillar en el debate. Si bien no cumple los requisitos físicos y sociales que Darcy exige de su mujer perfecta, supera los relativos a la “vivacidad” de su mente. 

En este momento de la novela comienza a tambalear la primera impresión negativa que el lector tiene de Darcy al contrastarlo con la Srta. Bingley. Si bien sigue siendo de una arrogancia desagradable, no está dispuesto a compartir los desprecios que ella hace para con Elizabeth y su familia. Tal como lo hará Lady Catherine de Bourgh más adelante, la Srta. Bingley actúa como la voz de la “sociedad”, criticando el estatus de clase media de Elizabeth y su falta de conexiones. Al igual que aquella, su principal motivación son los celos: tal como Lady Catherine quiere que Darcy se case con su sobrina, la Srta. Bingley lo quiere para ella. Ambas mujeres exhiben un rencor teñido de interés propio.