Resumen del Capítulo 18
Para consternación de Elizabeth, Wickham no asiste al baile y ella y Lydia se enteran por el Sr. Denny que es la presencia de Darcy lo que lo hace mantener su distancia. La infelicidad de Elizabeth se acentúa luego de dos torpes bailes con el Sr. Collins y alcanza su punto cúlmine cuando se encuentra bailando con Darcy. Entablan una conversación incómoda, especialmente cuando ella menciona a Wickham, un tema que es evidente que Darcy quiere evitar. Al final del baile, Elizabeth se cruza con la Srta. Bingley, quien le advierte que no confíe en Wickham. Sin embargo, Elizabeth supone que solo lo dice por rencor y decide ignorar la advertencia. Jane luego le dice que le ha preguntado a Bingley si sabe algo sobre Wickham, pero todo lo que este sabe de él viene de parte de Darcy y es, por lo tanto, sospechoso (en opinión de Elizabeth).
Entre tanto, el Sr. Collins se entera de que Darcy está relacionado con su patrona, Lady Catherine. A pesar de su mejor esfuerzo por disuadirlo, este se presenta ante Darcy, quien lo trata con desprecio, aunque el Sr. Collins es demasiado obtuso como para percibirlo.
Durante la cena, la Sra. Bennet comenta la esperada unión de Bingley y Jane en voz tan alta que Elizabeth la critica, señalando que Darcy la puede oír. La Sra. Bennet, sin embargo, la ignora y continúa divagando sobre el inminente matrimonio. Al final de la comida, Mary interpreta una terrible canción y el Sr. Collins pronuncia un discurso de pomposidad épica y absurda. Elizabeth siente que su familia se ha avergonzado por completo.
Resumen de los Capítulos 19–21
Al día siguiente, el Sr. Collins le propone matrimonio a Elizabeth, suponiendo que estará más que feliz. Ella, en cambio, lo rechaza de la manera más gentil posible, aunque él no deja de insistir en que no tardará en cambiar de parecer. La Sra. Bennet, que considera ventajosa la unión, está enfurecida y le dice a Elizabeth que, si no se casa con el Sr. Collins, no volverá a verla, y le pide al Sr. Bennet que le orden a su hija aceptar la propuesta. Su marido se niega y, haciendo gala de su ingenio y de su deseo de molestar a su esposa, le informa a su hija que, en realidad, él se negaría a volver a verla, si se casara con el Sr. Collins.
Pocos días después, Elizabeth se cruza con Wickham en Meryton. Él se disculpa por su ausencia en el baile y la acompaña a casa, donde ella le presenta a sus padres. El mismo día, llega una carta para Jane de parte de la Srta. Bingley, en la que le informa que Bingley y su grupo regresan a la ciudad por tiempo indeterminado, y sugiere que Bingley contraerá matrimonio con la hermana de Darcy, Georgiana. Elizabeth la consuela diciéndole que este giro de los acontecimientos tiene que ser obra de la Srta. Bingley y no de su hermano, y que él seguramente regresará a Netherfield.
Resumen de los Capítulos 22–23
De pronto, llegan noticias de que el Sr. Collins le ha propuesto matrimonio a Charlotte Lucas y que ella ha aceptado. Elizabeth está conmocionada, a pesar de la insistencia de Charlotte en que ese matrimonio es más de lo que podía esperar. La Sra. Bennet, por supuesto, está furiosa con su hija que dejó escapar un marido y, a medida que pasan los días sin noticias de Bingley, las perspectivas de matrimonio de Jane también empiezan a parecer limitadas.
Análisis de los Capítulos 18–23
Los prejuicios de Elizabeth en contra de Darcy sobreviven a estos capítulos, a pesar de la advertencia de la Srta. Bingley. Sin embargo, no se la puede culpar por no ver la verdad, ya que Austen ha presentado a la Srta. Bingley como una figura rencorosa y traicionera en los capítulos anteriores, y Elizabeth no tiene ninguna razón para valorar su advertencia sobre Wickham más que la confianza que instintivamente deposita en él. Sin embargo, el hecho de que Elizabeth no le pregunte directamente a Darcy sobre el asunto mientras bailan es menos excusable: ella saca el tema dando por sentado que Wickham dice la verdad (una suposición que es su principal error). Como era de esperarse, Darcy no está dispuesto a hablar en esos términos.
El esnobismo absurdo de Collins se evidencia cuando se le acerca a Darcy y no se percata del desprecio con que este responde a su presentación. El desdén y el rechazo no tienen cabida en la percepción que el Sr. Collins tiene de sí mismo, según la cual su conexión con Lady Catherine le garantiza un lugar elevado en la sociedad. Su comportamiento obtuso se ilustra aún mejor cuando le propone matrimonio a Elizabeth. Una característica de Austen es describir las proposiciones en su totalidad solo cuando son rechazadas, principalmente porque los rechazos ofrecen muchas posibilidades de comicidad y dramatismo. El posterior rechazo de Elizabeth a Darcy constituye un momento emocionante de la historia. El largo discurso del Sr. Collins es una oportunidad para que Austen lo ridiculice por completo, ya que su negativa a aceptar un “no” como respuesta no es, por supuesto, sorprendente. Su completo ensimismamiento lo ciega ante cualquier respuesta diferente de un “sí”.
La posterior proposición de matrimonio del Sr. Collins a Charlotte Lucas, por otra parte, dista mucho de ser cómica porque Charlotte acepta. La crítica a menudo opina que Orgullo y prejuicio, tal como el resto de las novelas de Austen, son poco realistas en su caracterización de matrimonios felices. El casamiento entre Charlotte y Collins agrega un tono sombrío a la felicidad romántica que Elizabeth encontrará más adelante. De hecho, se puede interpretar el destino de Charlotte como un componente de la crítica de Austen a una sociedad dominada por los hombres que deja sin futuro a las mujeres solteras. Mientras que Elizabeth es una idealista que no está dispuesta a casarse solo por dinero, ni con un tonto (Collins) ni con un hombre que no le agrada (Darcy, al principio), Charlotte, seis años mayor que su amiga y sin fortuna, es una pragmática: debe aprovechar toda oportunidad que se le presente para evitar el desprecio social que acompaña a la condición de solterona. Como dice Austen sobre Charlotte: ella “aceptó únicamente por el puro y desinteresado deseo de establecerse”.
Si bien Jane y Elizabeth encuentran eventualmente el camino hacia la felicidad, en este punto de la historia da la impresión de que las jóvenes Bennet han salido perdiendo en su búsqueda de esposo. Cuando Charlotte dice: “Yo no soy una romántica, sabes (…) Solo pido un cálido hogar”, parece como si el romanticismo obligara a Elizabeth a pedir demasiado, a buscar más de lo que su sociedad está dispuesta a concederle.
Jane ahora debe lidiar con el esnobismo de la Srta. Bingley que, al parecer, no se contenta solo con menospreciar verbalmente a los Bennet, como ya lo había comprobado antes Elizabeth cuando tuvo que enfrentarse a su reacción debido a la atracción que Darcy mostró por ella. La sugerencia que hace en la carta de que es posible que Bingley se case con la hermana de Darcy deja en claro que la Srta. Bingley, al igual que el propio Darcy, considera a Jane demasiado “baja” para casarse con su hermano. De hecho, aunque más tarde se lo culpa a Darcy de la separación temporal de Bingley y Jane, las palabras y el comportamiento de la Srta. Bingley sugieren que ella también desempeña un papel en el asunto.