Resumen del Acto Cuarto, Escena v
Gertrudis y Horacio hablan de Ofelia. Gertrudis no desea ver a la desconsolada muchacha, pero Horacio le dice que deben compadecerse de ella, ya que en su dolor se ha vuelto alterada e incoherente. Entra Ofelia adornada con flores y cantando extrañas canciones; parece haberse vuelto loca. Claudio entra y escucha los desvaríos de Ofelia, como: “Dicen que la lechuza era hija de un panadero” (IV.v.42). Opina que el dolor de Ofelia proviene de la muerte de su padre, y que el pueblo también ha sospechado y se ha perturbado por la muerte: “turbios, densos y enfermizos en sus pensamientos y susurros por la muerte del buen Polonio” (IV.v.77-79). También menciona que Laertes ha regresado secretamente de Francia.
Resuena un fuerte ruido en alguna parte del castillo y Claudio llama a sus guardias, entonces entra un caballero para advertirle al rey que Laertes ha llegado con una turba. La turba lo llama “señor”, según cuenta, y el pueblo aclama que “Laertes será rey” (IV.v.102–106). Laertes irrumpe en la sala enfurecido echando humo en su deseo de vengar la muerte de su padre. Claudio intenta calmarlo reconociendo abiertamente que Polonio ha muerto, a lo que Gertrudis añade nerviosa que Claudio es inocente. Cuando Ofelia vuelve a entrar en escena, evidentemente enloquecida, Laertes se sume de nuevo en la ira. Claudio vuelve a repetir que no es responsable de la muerte de Polonio y que el deseo de venganza de Laertes le honra, siempre y cuando busque vengarse de la persona adecuada. Entones lo persuade de que escuche su versión de los hechos que, le dice, aclarará a todas sus preguntas. Laertes accede y Claudio secunda su deseo de hacer justicia tras la muerte de Polonio: “Donde esté la ofensa, que caiga la gran hacha” (IV.v.213).
Resumen del Acto Cuarto, Escena vi
En otra parte del castillo, Horacio se encuentra con un par de marineros que llevan una carta de Hamlet para él. En la carta, Hamlet dice que su barco fue capturado por piratas, que lo han devuelto a Dinamarca. Le pide a Horacio que acompañe a los marineros ante el rey y la reina, pues también tienen mensajes para ellos. Afirma tener mucho que contar sobre Rosencrantz y Guildenstern. Horacio lleva a los marineros ante el rey y luego los sigue para encontrar a Hamlet, que está en el campo, cerca del castillo.
Análisis del Acto Cuarto, Escenas v–vi
Tal como hemos visto, uno de los grandes temas de Hamlet es su conexión entre la salud del estado y la legitimidad moral de su gobernante. Claudio está corrupto y, como consecuencia de ello, también lo está Dinamarca. Aquí, al principio del Acto Cuarto, Escena v, los asuntos se han enturbiado palpablemente para la nación: Hamlet se ha ido; Polonio está muerto y está enterrado en secreto; Ofelia sufre locura; y Claudio nos dice que el pueblo está agitado y murmura por lo bajo. Este ominoso giro de los acontecimientos conduce a la truncada rebelión en miniatura que acompaña el regreso de Laertes a Dinamarca. Bajo la figura del hijo agraviado que actúa con abierta furia, Laertes tiene toda la legitimidad moral de la que carece Claudio, la legitimidad que Hamlet ha perdido por su asesinato de Polonio y su demora en vengar la muerte de su padre.
Laertes es el mejor antagonista de Hamlet a lo largo de la obra y, en esta escena, el contraste entre ambos, cada uno con un padre muerto al que vengar, alcanza su punto cúlmine. (Una tercera figura con un padre muerto a quien vengar, Fortimbrás, acecha en el horizonte). Mientras que Hamlet es reflexivo y tiene dificultades para pasar a la acción, Laertes es activo y no se detiene en pensamientos. No tiene interés en cuestiones morales, solo su deseo de vengar a Polonio. Cuando Claudio le pregunta hasta dónde llegaría en su venganza, Laertes afirma que degollaría a Hamlet en la iglesia (IV.vii.98). Esta declaración, que muestra su voluntad de matar a Hamlet incluso en un lugar sagrado, pone de relieve el contraste entre los dos hijos: recordemos que Hamlet se negó a matar a Claudio mientras el rey estaba arrodillado rezando (III.iii).
Como corresponde a una escena llena de ira y oscuros pensamientos, el Acto Cuarto, Escena v, repite el motivo de la locura, esta vez en el personaje de Ofelia, que se ha vuelto verdaderamente loca tras la muerte de su padre. Shakespeare ha demostrado la casta dependencia de Ofelia de los hombres de su vida; tras la repentina muerte de Polonio y el posterior exilio de Hamlet, se encuentra abruptamente en ausencia de ellos. Los desvaríos lunáticos de Ofelia revelan mucho sobre la naturaleza de su mente en esta etapa de su joven vida. Está obsesionada con la muerte, la belleza y un ambiguo deseo sexual, expresado con imágenes sorprendentemente francas:
Los jóvenes lo harán, si llega la occasion. Por Dios, son culpables. Ella dijo: “Me juraste casamiento antes de dormir conmigo”. (IV.v. 59–62 )
Algunos lectores han interpretado pasajes como este, en combinación con las burlas sexuales explícitas que Hamlet le dirige a Ofelia en el Acto Tercero, Escena ii, como prueba de que la relación entre ellos era de naturaleza sexual. Por supuesto, es imposible concluir esto con certeza, pero de estas líneas se desprende que Ofelia sí está lidiando con la sexualidad y que sus sentimientos sexuales —inhibidos por su padre, su hermano y su sociedad— están muy presentes en su mente mientras se acerca a la locura. Lo más interesante es que la locura de Ofelia está elaborada según un marcado contraste con la de Hamlet, diferenciándose principalmente en su legitimidad: Ofelia no finge locura para conseguir un fin, sino que se vuelve loca de verdad por presiones externas. Muchos de los peores elementos de Dinamarca –como la locura, el miedo y la rebelión– se han mantenido ocultos hasta ahora bajo diversos disfraces, como la actuación de Hamlet y el jolgorio de Claudio en la corte. Ahora empiezan a salir a la luz.
Tras el exilio de Hamlet a Inglaterra en el Acto Cuarto, Escena iv, Shakespeare ahora lo coloca de nuevo en Dinamarca dos escenas después mediante el extraño deus ex machina —dispositivo o personaje improbable o inesperado que se introduce para resolver una situación en una obra de ficción o teatro— del barco pirata. El Acto Cuarto, Escena vi, aunque breve, está dedicado principalmente al avance de la trama, a medida que Horacio lee la carta de Hamlet en la que narra sus aventuras. La historia del ataque pirata poco tiene que ver con los temas centrales de la obra, pero sí ofrece una variación de la idea de justicia por retribución, ya que en lugar de castigar a alguien por hacer algo mal, Hamlet anuncia su intención de recompensar a los piratas por haberlo llevado de vuelta a Dinamarca. “Me han tratado como ladrones de misericordia, pero sabían lo que hacían: voy a hacerles un bien” (IV.vi.17–19). Además, la carta de Hamlet vuelve a presentar el motivo de los oídos y la audición, cuando le dice a Horacio: “Tengo palabras que decirte al oído que te dejarán mudo”, una clara alusión al veneno vertido en el oído del rey Hamlet a manos del asesino Claudio (IV.vi.21).