Resumen del Acto Tercero, Escena iv
En la cámara de Gertrude, la reina y Polonio esperan la llegada de Hamlet. Aquel planea esconderse para escuchar a hurtadillas el enfrentamiento de Gertrudis con su hijo, con la esperanza de que esto le permita determinar la causa del extraño y amenazador comportamiento de Hamlet. Polonio insta a la reina a que sea severa con su hijo y a que lo reprenda por su reciente comportamiento. Gertrudis está de acuerdo y Polonio se esconde detrás de un tapiz.
Hamlet irrumpe en la habitación y le pregunta por qué lo ha mandado a llamar. Ella le dice que ha ofendido a su padre, es decir, a su padrastro, Claudio. Él entonces la interrumpe y le dice que ella ha sido quien ha ofendido a su padre, es decir, al difunto rey Hamlet, al casarse con Claudio. Hamlet la aborda con una intensidad cercana a la violencia y declara que la hará plenamente consciente de la gravedad de su pecado. Temiendo por su vida, Gertrudis grita y Polonio pide ayuda desde atrás del tapiz. Al darse cuenta de que hay alguien escondido allí, Hamlet supone que es Claudio y exclama: “¡Cómo ahora! ¿Una rata?” (III.iv.22). Desenvaina la espada y la clava a través del tapiz, y mata a Polonio que queda fuera de la vista. Gertrudis le pregunta qué ha hecho, a lo que él responde: “No lo sé. ¿Este es el rey?” (III.iv.24). La reina le dice que su acción fue “impulsiva y sangrienta” y Hamlet replica que fue tan impulsiva y sangrienta como asesinar al rey y casarse con su hermano (III.iv.26–28). Escéptica, la reina exclama: “¡Cómo matar a un rey!” y Hamlet le dice que lo ha oído bien (III.iv.29).
Hamlet corre el tapiz para descubrir a Polonio: en lugar de matar al rey y obtener venganza, ha asesinado al relativamente inocente Polonio, de quien se despide llamándolo “tonto intruso” (III.iv.30). Luego, se dirige a su madre y declara que le estrujará el corazón. Le muestra una pintura del rey muerto y otra del rey actual, comenta con amargura la superioridad del primero con respecto a su tío y le pregunta con furia qué la ha llevado a casarse con un hombre tan podrido como Claudio. Ella le ruega que se detenga, que ha vuelto su mirada hacia su propia alma y no le ha gustado lo que ha visto. Hamlet continúa denunciándola y despotricando contra Claudio, hasta que, de repente, el fantasma de su padre vuelve a aparecer ante él.
Hamlet habla con la aparición, pero Gertrudis no es capaz de verla y lo considera loco. El fantasma entona que ha venido a recordarle a Hamlet su objetivo, que Hamlet no ha matado aún a Claudio y debe cumplir su venganza. Al ver que Gertrudis está asombrada y es incapaz de verlo, el fantasma le pide a Hamlet que interceda ante ella. Hamlet le describe al fantasma, pero ella no ve nada y, de pronto, el fantasma desaparece. Hamlet intenta desesperado convencerla de que no está loco, sino que ha fingido estarlo todo el tiempo, y la insta a que abandone a Claudio y recupere su buena conciencia. También la insta a que no le revele a Claudio que su locura ha sido una farsa. Esta, aún temblando tras la furiosa acusación de Hamlet, promete guardar el secreto. Hamlet le da las buenas noches, pero, antes de marcharse, señala el cuerpo de Polonio y declara que el cielo “me ha castigado con esto y a este, conmigo” (III.iv.158). Hamlet le recuerda a su madre que debe embarcarse hacia Inglaterra con Rosencrantz y Guildenstern, a quienes dice que mirará con recelo, como si fueran serpientes venenosas, ya que supone que le son leales a Claudio y no a él. Hamlet sale de la recámara de su madre arrastrando a sus espaldas el cuerpo de Polonio.
Análisis
¿Qué pretende lograr Hamlet con la confrontación a su madre? Es posible que busque de ella la confirmación del crimen de Claudio, que dé más pruebas de su culpabilidad. También puede ser que Hamlet busque saber si ella fue cómplice del crimen o sienta que necesita tenerla de su lado a la hora de hacer justicia. Si bien son todas posibilidades, lo que Hamlet realmente hace es instarla a que se arrepienta de haber elegido a Claudio por sobre su padre. Más concretamente, le ordena con insistencia que evite su lecho. En realidad, es mucho más específico: le dice que no permita que Claudio la excite con caricias en el cuello, que no se quede entre sus sábanas infestadas de semen y otros detalles escandalosamente gráficos.
Este es otro de los momentos de la obra en los que el público y los lectores sienten que hay algo más en la mente de Hamlet que no podemos comprender. Sigmund Freud escribió que Hamlet alberga un deseo inconsciente de gozar sexualmente de su madre. Freud sostuvo que todos los hombres desean inconscientemente a sus madres y lo llamó “Complejo de Edipo”, por el personaje de la obra de Sófocles que asesina a su padre sin saberlo y tiene varios hijos con su propia madre. Si Freud tenía o no razón en esto es tan difícil de probar como cualquiera de los problemas que preocupan a Hamlet, pero su argumento es bastante notable. Dice que, mientras que Edipo lleva a la práctica esta fantasía, Hamlet solo traiciona el deseo inconsciente de hacerlo. Hamlet es, por tanto, una persona moderna por excelencia, porque tiene deseos reprimidos.
Si bien las intervenciones de Gertrudis se limitan a breves reacciones a las largas denuncias de su hijo, es la escena más reveladora de su carácter. A lo largo del diálogo, Gertrudis pasa por diferentes estados emotivos: al principio, se muestra altiva y recriminatoria; luego, teme que Hamlet la lastime; a continuación, se conmociona ante el asesinato de Polonio; la abruman el miedo y el pánico cuando Hamlet la aborda; y finalmente se muestra escéptica cuando Hamlet ve al fantasma. Al final de la escena, se muestra arrepentida hacia su hijo y aparentemente dispuesta a asumir su parte y ayudarlo. Para Gertrudis, entonces, la escena se desarrolla como una secuencia de grandes sobresaltos, que debilitan uno a uno su resistencia a la condena de su comportamiento por parte de Hamlet. Por supuesto, Gertrudis se convence principalmente por la insistencia y el poder de los sentimientos de su hijo, ilustrando así lo que muchos lectores han considerado su característica central: su tendencia a someterse a hombres poderosos y su necesidad de que los hombres le indiquen qué pensar y sentir.
Esta cualidad explica por qué habría aceptado a Claudio inmediatamente después de la muerte de su esposo y también por qué adopta tan rápido el punto de vista de Hamlet en esta escena. Por supuesto, en la obra no se explicita el porqué de su conducta. Es posible que haya sido cómplice de Claudio en el asesinato del rey, aunque parece poco probable dada su reacción a la acusación de Hamlet, y también es posible que solo se ponga del lado de su hijo para calmarlo, lo que explicaría por qué le informa de inmediato a Claudio lo sucedido a pesar de haber prometido lo contrario. Sin embargo, otra interpretación del carácter de Gertrudis parece ser que tiene un poderoso instinto de supervivencia y progreso que la lleva a confiar demasiado en los hombres. Esta interpretación no solo explica su comportamiento durante gran parte de la obra, sino que también la relaciona temáticamente con Ofelia, el otro personaje femenino importante de la obra, también sumisa y totalmente dependiente de los hombres.
La precipitada acción asesina de Hamlet al apuñalar a Polonio es una clara ilustración de su incapacidad para coordinar pensamientos y acciones, lo que podría considerarse su error trágico. En su estado pasivo y reflexivo, Hamlet se halla tan acosado por consideraciones morales e incertidumbres que no es capaz de vengar la muerte de su padre matando a Claudio, incluso cuando tiene la oportunidad al alcance de la mano. En cambio, cuando se decide a actuar, lo hace a ciegas, apuñalando a su anónimo “enemigo” a través de un tapiz. Es como si Hamlet desconfiara tanto de la posibilidad de actuar racionalmente que cree que es más probable que su venganza se produzca como un accidente que como un acto premeditado.
Al ver el cadáver de Polonio, Hamlet interpreta su falta en términos de retribución, castigo y venganza: “El cielo ha querido castigarme con esto y a este, conmigo” (III.iv.157-158). Aunque Hamlet no ha logrado vengarse de Claudio, cree que Dios lo ha utilizado como herramienta de venganza para castigar los pecados de Polonio y castigar los propios manchando su alma con el asesinato.