Resumen 

Esa noche en el cementerio, Paris entra con un sirviente que porta una antorcha. Entonces le ordena al paje que se retire y comienza a esparcir flores sobre la tumba de Julieta. Oye un silbido del sirviente que le advierte que alguien se acerca y se oculta en la oscuridad. Romeo, con una palanca en mano, entra con Baltasar. Romeo le dice que han venido a abrir la tumba de los Capuleto para recuperar un valioso anillo que le había dado a Julieta. Entonces, le ordena que se retire y que, por la mañana, le entregue a Montesco la carta que le dio antes. Baltasar se retira, pero desconfiando de las intenciones de su amo, se queda a observar. 

Desde su escondite, Paris reconoce a Romeo como el asesino de Teobaldo y, por lo tanto, el hombre que indirectamente ha asesinado a Julieta, dado que supone que se ha matado de pena por la muerte de su primo. Como Romeo ha sido exiliado bajo pena de muerte, Paris supone que este odia tanto a los Capuleto que ha regresado a la tumba para deshonrar el cuerpo de Teobaldo o de Julieta. Furioso, Paris aborda a Romeo, quien le suplica en vano que se retire. Desenvainan sus espadas y pelean. Mientras el paje de Paris sale corriendo en busca de la guardia civil, Romeo mata a su contrincante. Agonizando, Paris le pide que lo entierren cerca de la tumba de Julieta, a lo que Romeo consiente. 

Romeo desciende a la tumba con el cuerpo de Paris. Encuentra a Julieta tendida en paz y se pregunta cómo puede seguir estando tan hermosa, como si no estuviera muerta. Romeo le explica su intención de pasar la eternidad junto a ella y dice que así se libera “del yugo de las estrellas infaustas, de esta carne cansada de mundo” (5.3.111-112). Besa a Julieta, bebe el veneno, vuelve a besarla y muere. 

Justo entonces entra fray Lorenzo y se encuentra con Baltasar, quien le explica que Romeo está en la tumba. Baltasar dice que se quedó dormido y soñó que Romeo luchaba con otro y lo mataba. Preocupado, el fraile entra a la tumba, donde encuentra el cuerpo de Paris y el de Romeo. Mientras está contemplando la sangrienta escena, Julieta se despierta. 

Julieta le pregunta al fraile dónde está su marido. Al oír un ruido que cree que es la llegada de la guardia, el fraile le responde rápidamente que tanto Romeo como Paris han muerto y que debe marcharse con él. Julieta se niega a marcharse y el fraile, temeroso de que la guardia llegue en cualquier momento, se va sin ella. Julieta ve a Romeo muerto a su lado y, por el frasco vacío, deduce que se ha envenenado. Con la esperanza de morir por el mismo veneno, Julieta lo besa en los labios, pero es en vano. Al oír que se acerca la guardia, Julieta desenvaina la daga de Romeo y, diciendo: “Oh daga feliz, esta es tu vaina”, se apuñala (5.3.171) y muere sobre el cuerpo de Romeo. 

El caos se apodera de la escena, a donde llega la guardia por aviso del paje. Los guardias descubren sangre cerca de la tumba y detienen a Baltasar y a fray Lorenzo, a quienes atraparon merodeando por el lugar.  Entran el príncipe y los Capuleto y descubren a Romeo, Julieta y Paris en la tumba. Llega Montesco, quien anuncia que su esposa se ha quitado la vida por tristeza tras el exilio de su hijo, y el príncipe le muestra el cuerpo de Romeo. Por orden del príncipe, fray Lorenzo cuenta brevemente la historia de la boda secreta entre Romeo y Julieta, y sus consecuencias. Baltasar le entrega al príncipe la carta que Romeo le había escrito a su padre y este comprueba que confirma la historia del fraile. Amonesta a los Capuleto y Montesco, y califica las consecuencias de su enemistad como tragedia. Les recuerda que él mismo ha perdido a dos parientes cercanos: Mercucio y Paris. Capuleto y Montesco se dan la mano y acuerdan dejar atrás su venganza. Montesco dice que erigirá una estatua de oro de Julieta y Capuleto insiste en que levantará la imagen de Romeo en oro junto a la de ella. El príncipe se lleva al grupo para discutir estos sucesos, declarando que nunca ha habido “una historia más dolorosa que la de Julieta y su Romeo” (5.3.309). 

Análisis 

Las muertes de Romeo y Julieta se producen en una secuencia de etapas sucesivas: primero, Julieta bebe una poción que la hace parecer muerta. Creyéndola muerta, Romeo bebe un veneno que lo mata. Al verlo muerto, Julieta se clava una daga en el corazón. El consumo paralelo de misteriosas pociones confiere a sus muertes una simetría que se quiebra con el dramático apuñalamiento de Julieta. 

Las fuerzas sociales y privadas convergen en los suicidios de Romeo y Julieta. Paris, el trunco marido de Julieta, desafía a Romeo, su marido real, y así se enfrentan las personificaciones de la falta de poder de Julieta en la esfera pública y su capacidad real de entregar su corazón a quien desee. Con la llegada del príncipe, la ley se impone para restablecer la paz en nombre del orden social y del gobierno. Llegan los Montesco y los Capuleto, lo que reaviva las tensiones familiares. 

Ninguna de estas fuerzas es capaz de ejercer influencia alguna sobre los jóvenes amantes. Hemos visto a Romeo y Julieta una y otra vez intentar reconfigurar el mundo a través del lenguaje para que su amor pudiera tener un lugar donde existir pacíficamente. Ese lenguaje, aunque poderoso en el momento, nunca pudo contrarrestar las vastas fuerzas del mundo social. A través del suicidio, los amantes creen poder escapar del mundo que los oprime. 

Además, en la brutalidad de sus muertes, transfiguran ese mundo y ponen fin a la enemistad entre sus familias. El príncipe, la ley, reconoce el honor y el valor que merecen los amantes. Al morir, el amor lo ha vencido todo; su pasión se muestra como la más brillante y poderosa. Parece al fin que las palabras de fray Lorenzo se han hecho realidad: “los violentos placeres tienen violentos finales y en su triunfo mueren” (2.5.9-10). La intensa pasión de Romeo y Julieta ha triunfado sobre todas las demás pasiones y, al alcanzar su violento final, ha dado fin también a todas esas otras pasiones. 

Podemos percibir la gran ironía de que Romeo y Julieta hayan creado con su muerte el mundo que habría permitido que su amor viviera. Esta es una ironía trágica. Debido a su deseo impulsivo y desesperado por preservar su amor, Romeo y Julieta han perdido la oportunidad de disfrutar de ese mismo amor y de experimentar la paz resultante del final de la contienda. Al final de la obra, no solo nos sentimos desgarrados por el precipitado acto que Romeo y Julieta han cometido para inmortalizar su amor, sino también entristecidos por la pérdida innecesaria de dos jóvenes vidas. Sus muertes no pretenden quedar glorificadas ni idealizadas, sino más bien mostrar los desesperados y trágicos extremos a los que los amantes sintieron que debían llegar para preservar su amor.