Resumen del Capítulo 2 

Llega septiembre y Dill se va de Maycomb para regresar a Meridian. Mientras tanto, Scout se prepara para ir a la escuela por primera vez, un acontecimiento que ha anticipado con ansias. Cuando por fin asiste a la escuela, sin embargo, descubre que su maestra, la Srta. Caroline Fisher, no trata bien a los niños. Cuando la maestra Caroline se da cuenta de que Atticus le debe haber enseñado a leer a Scout, se muestra muy disgustada y hace que Scout se sienta culpable por haber sido educada. En el recreo, Scout se queja con Jem, pero él le dice que la maestra Caroline solo está probando un nuevo método de enseñanza.

La maestra y Scout también se llevan mal por la tarde. Walter Cunningham, un compañero de clase de Scout, no ha traído el almuerzo. La maestra le ofrece 25 centavos para que se compre uno, diciéndole que puede devolvérselos mañana. La familia de Walter es numerosa y pobre –tan pobre que le pagan a Atticus con nueces, hojas de nabo u otros productos cuando necesitan ayuda legal– y Walter nunca podrá devolverle el dinero a la maestra ni llevar almuerzo a la escuela. Sin embargo, cuando Scout intenta explicarle estas circunstancias, la maestra Caroline no lo entiende y se frustra tanto que la golpea en la mano con una regla.

Resumen del Capítulo 3

Durante el almuerzo, Scout le reprocha a Walter haberla metido en problemas, pero interviene Jem para invitarlo a almorzar. En casa de los Finch, Walter y Atticus hablan de las condiciones de la granja “como dos hombres” y, para el horror de Scout, Walter vierte melaza sobre la carne y las verduras. Cuando lo critica por eso, sin embargo, Calpurnia la llama a la cocina para regañarla y le da una bofetada diciéndole que sea mejor anfitriona cuando regrese al comedor. De regreso en la escuela, la maestra Caroline se aterroriza cuando ve que un pequeño insecto sale de entre el cabello de un niño. El niño es Burris Ewell, un miembro del clan Ewell, que es incluso más pobre y menos respetable que los Cunningham. De hecho, Burris solo acude a la escuela el primer día de cada año, haciendo una aparición simbólica para evitar problemas con la ley. Abandona el aula haciendo suficientes comentarios maliciosos como para hacer llorar a la maestra.

En casa, Atticus sigue a Scout afuera para preguntarle si le pasa algo, a lo que ella responde que no se siente bien. Le dice que no cree que vaya a ir más a la escuela y sugiere que podría enseñarle él mismo. Atticus le responde que la ley exige que vaya a la escuela, pero él promete seguir leyéndole, siempre y cuando no se lo cuente a su maestra.

Análisis de los Capítulos 2–3

El desagradable primer día de escuela de Scout tiene un triple propósito: afirma la simpatía del lector por la narradora; amplía la presentación de la tortuosa escala social de Maycomb; y hace una crítica sobre el tema de los niños y la educación, uno de los más importantes del libro. En su interacción con la Srta. Caroline, Scout es víctima de la experiencia de su maestra: ella actúa con buenas intenciones, pero solo recibe castigos a cambio. Los rígidos e impersonales protocolos exigidos por la ley y por el método de enseñanza de la maestra Caroline se muestran insuficientes e irracionales: Burris Ewell puede contentar a la ley yendo a la escuela una sola vez al año, mientras que Scout incurre en la ira de su maestra simplemente por haber aprendido a leer antes de tiempo. Esta perspectiva educativa a la inversa fracasa catastróficamente a la hora de satisfacer las necesidades de cualquiera de los estudiantes. Scout, que es lo suficientemente sensata como para percibir este fracaso de inmediato, se siente frustrada por su incapacidad para entender por qué su maestra actúa como lo hace, y por qué ella misma incurre continuamente en desgracia por acciones bien intencionadas.

A lo largo de estos capítulos, los errores bienintencionados de Scout (explicarle a su maestra que Walter es pobre, criticar a Walter por ponerle melaza a la comida) se encuentran con duras reprimendas del mundo adulto, lo que enfatiza el contraste entre el mundo cálido e imaginativo de la infancia que ocupa el Capítulo 1 y el mundo más adulto que se espera que ocupe a partir de ahora. Esta interacción establece un patrón para el libro y para el desarrollo básico de Scout como personaje: tanto si trata con adultos como si trata con otros niños, Scout siempre tiene buenas intenciones y su naturaleza es esencialmente buena. Sus errores son honestos, y no se contagia de la maldad que a veces la rodea ni se desilusiona con la injusticia, como Jem. Al final del Capítulo 2, Scout, actuando con la mejor de las intenciones (como siempre), intenta explicarle a la Srta. Caroline la situación de los Cunningham.

El joven Walter Cunningham es la primera visión que tenemos del clan Cunningham, que forma parte de la gran población de granjeros pobres de los alrededores de Maycomb. Su pobreza presenta el tema adulto de las clases sociales en la novela. En el Capítulo 1, Scout se da cuenta de que Maycomb era un pueblo decadente, presa de la Gran Depresión, pero hasta ahora habíamos visto el lado de la clase alta, representada por personajes relativamente exitosos y acomodados como Atticus. Ahora, en cambio, comenzamos a ver el resto de Maycomb, representado por la situación de los Cunningham y la pobreza de los Ewell. Más adelante, Jem divide Maycomb en cuatro clases y sitúa a los Cunningham un nivel más abajo del resto de las familias (la fascinación de Walter por ponerle melaza a toda la comida ilustra la diferencia de clase entre su familia y los Finch).

A medida que avanza la novela se hace evidente una correlación entre el estatus social y la bondad moral. En la cúspide de esta pirámide se encuentra Atticus, un hombre relativamente rico cuya posición moral es irreprochable. Por debajo de él están los granjeros pobres, como los Cunningham. Los Ewell están incluso por debajo de los Cunningham en la escala social, y su ignorancia y mal genio los convierten rápidamente en los villanos de la historia. No volvemos a encontrarnos con ellos hasta la Segunda parte, pero la crueldad de Burris en esta sección presagia el comportamiento posterior de su padre, Bob Ewell.

Por otra parte, los métodos de enseñanza de la maestra Caroline le permiten a Lee introducir una sutil crítica a la educación ortodoxa. La Srta. Caroline no puede aceptar que Scout ya sepa leer y escribir, porque confunde la fórmula didáctica que le han instruido implementar. Ella se adhiere estrictamente a un “método” que aprendió de otros adultos, en lugar de aprender de su experiencia en clase y de adaptarla a sus estudiantes. Para Scout, este método es aburrido; para el lector, ejemplifica el fracaso de un pensamiento bienintencionado pero rígido. Tal como Atticus anima a Scout a ponerse en el lugar de otra persona antes de juzgarla, la Srta. Caroline haría mejor en intentar pensar como sus estudiantes y responder a sus necesidades en lugar de limitarse a tratar de imponer un sistema externo en su educación. A lo largo de la novela, la posición moral de simpatía y comprensión de Atticus se contrapone con sistemas rígidos e impersonales como el de la Srta. Caroline, que no tienen en cuenta las necesidades individuales. En este sentido, el comportamiento de la maestra en la escuela anticipa las posteriores escenas del tribunal, cuando el sistema que falla no es una técnica educativa, sino la ley.