Scout Finch vive con su hermano, Jem, y su padre viudo, Atticus, en el tranquilo pueblo de Maycomb, Alabama. Es un pueblo que sufre las consecuencias de la Gran Depresión, pero Atticus es un abogado prominente y la familia Finch está en una buena situación en comparación con el resto de la sociedad. Un verano, Jem y Scout se hacen amigos de un niño llamado Dill, que ha venido a quedarse en el vecindario durante las vacaciones, y entre los tres representan historias juntos. Con el tiempo, Dill siente fascinación por la espeluznante casa de su calle, la casa Radley. Esta pertenece al Sr. Nathan Radley, cuyo hermano, Arthur (apodado Boo), ha vivido allí por años sin aventurarse a salir.
Ese otoño, Scout comienza la escuela y detesta la experiencia. Ella y Jem encuentran regalos que suponen que alguien ha dejado para ellos en el tronco de un árbol de la propiedad de los Radley. Dill regresa el verano siguiente y él, Scout y Jem empiezan a representar la historia de Boo Radley. Atticus pone fin a sus travesuras, instando a los niños a tratar de ver la vida desde la perspectiva de otra persona antes de emitir cualquier juicio. Pero, en la última noche de verano de Dill en Maycomb, los tres se cuelan en la propiedad de los Radley, donde Nathan Radley les dispara. Jem pierde sus pantalones en la huida. Cuando vuelve a por ellos, los encuentra remendados y colgados de la valla.
Al invierno siguiente, Jem y Scout encuentran más regalos en el árbol, presumiblemente dejados por el misterioso Boo. Nathan Radley termina tapando el hueco del tronco con cemento. Poco después, se produce un incendio en la casa de otro vecino y, durante el fuego, alguien cubre a Scout con una manta mientras ella observa las llamas. Convencido de que Boo lo hizo, Jem le cuenta a Atticus lo de los pantalones remendados y los regalos.
Para consternación de la racista comunidad blanca de Maycomb, Atticus acepta defender a un hombre negro llamado Tom Robinson, a quien ha acusado de violar a una mujer blanca. Debido a la decisión de Atticus, Jem y Scout sufren los abusos de otros niños, incluso cuando celebran la Navidad en el campo familiar, Finch's Landing. Calpurnia, la cocinera negra de los Finch, los lleva a la iglesia negra local, donde la cálida y unida comunidad recibe a los niños.
El verano siguiente, Alexandra, la hermana de Atticus, va a vivir con los Finch. Dill, que debe vivir con su “nuevo padre” en otro pueblo, se escapa y llega a Maycomb. Comienza el juicio de Tom Robinson y, cuando trasladan al acusado a la prisión local, una turba se reúne para lincharlo. Atticus se enfrenta ellos la noche antes del juicio. Jem y Scout, que se han escabullido de la casa, pronto se unen a él. Scout reconoce a uno de los hombres y le pregunta de forma muy educada por su hijo, lo que hace que este se avergüence y disperse al grupo.
Durante el juicio, los niños se sientan en el “palco de color” junto a los ciudadanos negros. Atticus presenta evidencia contundente de que los acusadores, Mayella Ewell y su padre, Bob, están mintiendo: en realidad, Mayella se le insinuó a Tom Robinson, su padre la sorprendió en el acto y acusó a Tom de violación para cubrir la vergüenza y culpa de su hija. Atticus aporta pruebas fehacientes de que las marcas en la cara de Mayella son de las heridas que le infligió su padre; al descubrirla con Tom, la llamó prostituta y la golpeó. Sin embargo, a pesar de las importantes pruebas que apuntan a la inocencia de Tom, el jurado, compuesto exclusivamente por blancos, lo condena. Más tarde, el inocente Tom intenta escapar de la cárcel y muere tiroteado. Tras el juicio, la fe de Jem en la justicia se tambalea y cae en el abatimiento y la duda.
A pesar del veredicto, Bob Ewell siente que Atticus y el juez le han tomado el pelo, y jura vengarse. Amenaza a la viuda de Tom Robinson, intenta entrar en la casa del juez y, finalmente, ataca a Jem y Scout cuando regresan a casa de una fiesta de Halloween. Sin embargo, Boo Radley interviene y salva a los niños, apuñalando a Ewell durante la lucha. Boo lleva al herido Jem de vuelta a casa, donde el sheriff, para proteger a Boo, insiste en que Ewell tropezó con la raíz de un árbol y cayó sobre su propio cuchillo. Después de sentarse un rato con Scout, Boo desaparece una vez más en la casa de los Radley.
Más tarde, Scout siente que por fin puede imaginar cómo debe ser la vida para Boo y empieza a verlo como un humano. Desde esta perspectiva, Scout hace suyo el consejo de su padre de practicar la compasión y la comprensión, y demuestra que sus experiencias con el odio y los prejuicios no mancillarán su fe en la bondad humana.