Resumen del Acto Segundo, Escena ii 

Claudio y Gertrudis reciben a Rosencrantz y a Guildenstern en el castillo, dos amigos de Hamlet de Wittenberg. Cada vez más preocupados por el comportamiento errático de Hamlet y su aparente incapacidad de recuperarse de la muerte de su padre, el rey y la reina han decidido reunir a sus amigos en Elsinore para ver si pueden animarlo y sacarlo de su melancolía, o al menos descubrir su causa. Rosencrantz y Guildenstern aceptan investigar al respecto y la reina les ordena a los asistentes que los lleven ante su “tan cambiado” hijo (II.ii.36). 

Polonio entra, anunciando el regreso de los embajadores que Claudio envió a Noruega, Voltimand y Cornelio, quienes entran y describen lo ocurrido con el anciano y enfermo rey de Noruega: el rey reprendió a Fortimbrás por intentar declararle la guerra a Dinamarca y este juró que nunca más atacaría a los daneses. El rey noruego, exultante, le concedió una gran renta vitalicia y lo instó a utilizar el ejército que había reunido para atacar a los polacos en lugar de a los daneses. Por ello, ha enviado una petición a Claudio para que se permita el paso seguro de los ejércitos del príncipe a través de Dinamarca en su camino para atacar a los polacos. Claudio, aliviado por haber evitado una guerra con el ejército de Fortimbrás, declara que se ocupará del asunto más tarde. Voltimand y Cornelio se retiran. 

Pasando a la cuestión de Hamlet, Polonio declara, tras un profuso preámbulo, que el príncipe está loco de amor por Ofelia. Les muestra al rey y a la reina cartas y poemas de amor que Hamlet le ha entregado a la joven y les propone un plan para probar su teoría. Como Hamlet suele pasear solo por el vestíbulo del castillo, podrían esconderse detrás de un arras (una cortina o tapiz) mientras Ofelia lo confronta, lo que les permitiría comprobar por sí mismos si la locura de Hamlet proviene realmente de su amor por ella. El rey acepta seguir el plan. Entonces, Gertrudis se da cuenta de que Hamlet se acerca leyendo un libro y Polonio dice que hablará con el príncipe. Gertrudis y Claudio se marchan para dejarlos a solas. 

Polonio intenta conversar con Hamlet, que parece demente; llama al anciano “pescadero” y da respuestas irracionales a sus preguntas, pero sus enunciados aparentemente lunáticos esconden observaciones mordaces sobre la pomposidad y vejez de Polonio. Este comenta que, si bien Hamlet está loco, sus respuestas están a menudo “impregnadas” de significado (II.ii.206). Luego se marcha de prisa, decidido a organizar el encuentro entre este y Ofelia. 

Cuando Polonio se retira, entran Rosencrantz y Guildenstern, y Hamlet parece contento de verlos. Conversan sobre su angustia por los recientes acontecimientos y Hamlet les pregunta por qué han venido. Con timidez, los hombres dicen que solo querían visitarlo, pero Hamlet afirma con tono severo que sabe que el rey y la reina han mandado a llamarlos. Ellos confiesan la verdad y Hamlet les dice que sabe por qué lo han hecho: porque él ha perdido toda la alegría y ha caído en un estado de melancolía donde todo (y todos) le parece estéril y vacuo. 

Rosencrantz sonríe y se pregunta cómo recibirá Hamlet a la compañía teatral que en esos momentos está por llegar el castillo. Suenan las trompetas para anunciar la llegada de los actores. Hamlet les dice a sus amigos que son bienvenidos a quedarse en Elsinore, pero que su “tío-padre y su tía-madre” están engañados con su locura. Hamlet está loco solo una parte del tiempo y otras veces está cuerdo. 

Polonio entra para anunciar la llegada de los actores, que lo siguen hasta la sala donde Hamlet les da la bienvenida y le ruega a uno de ellos que dé un discurso sobre la caída de Troya y la muerte del rey y la reina troyanos, Príamo y Hécuba. Impresionado por el discurso del actor, Hamlet le ordena a Polonio que los conduzca a las habitaciones de huéspedes. Anuncia que la noche siguiente escucharán la representación de El asesinato de Gonzago, con un breve discurso adicional que él mismo escribirá. Hamlet se despide de Rosencrantz y Guildenstern, y se queda solo en la sala. 

Inmediatamente comienza a maldecirse y se lamenta amargamente de que el actor que pronunció el discurso haya sido tan expresivo y capaz de provocar profundos sentimientos por figuras muertas de antaño que no significan nada para él, mientras que él mismo es incapaz de pasar a la acción a pesar de tener motivos mucho más poderosos. Entonces, decide urdir una trampa para Claudio: lo obligará a ver una obra cuyo argumento se asemeje mucho al asesinato de su padre; si el rey es culpable, piensa, seguramente mostrará algún signo visible de culpabilidad cuando vea su pecado representado en escena. Entonces, razona Hamlet, tendrá la prueba definitiva de la culpabilidad de Claudio. “La obra de teatro es la red con la que atraparé la conciencia del rey”, declara (II.ii.581-582). 

Análisis 

Si Hamlet solo está fingiendo en su locura, como sugiere, lo hace demasiado bien. Su interpretación es tan convincente que muchos críticos sostienen que en realidad pierde su ya endeble cordura en cuanto ve el fantasma de su padre muerto. Sin embargo, las agudas y mordaces observaciones que hace mientras está supuestamente loco respaldan el punto de vista de que solo está actuando. Cabe destacar que declara: “Solo estoy loco cuando sopla el noreste; cuando sopla del sur, distingo muy bien un gato de una liebre” (II.ii.361–362). Es decir, solo está “loco” en momentos estratégicos, mientras que el resto del tiempo sabe discernir bien cada cosa. No cabe dudas de que sí se encuentra confundido y turbado, y que dicha confusión de traduce en un estado de ánimo altamente intenso que llega a sugerir locura. 

Esta escena, que por lejos es la más larga de la obra, presenta diversas revelaciones y contribuye al desarrollo de algunos de los tópicos más importantes. La escena está conformada por cuatro partes principales: 1) la conversación de Polonio con Claudio y Gertrudis, que abarca el diálogo con los embajadores; 2) el diálogo entre Hamlet y Polonio, en el que por primera vez vemos a Hamlet fingiendo locura; 3) el encuentro de Hamlet con Rosencrantz y Guildenstern; 4) y la escena con los actores, seguida del soliloquio final de Hamlet sobre el tema de la acción. Estas líneas argumentales independientes tienen lugar en el mismo escenario y se suceden rápidamente, lo que permite al público comparar y contrastar sus elementos temáticos. 

Ya hemos visto cómo se entabla el contraste entre Hamlet y Laertes. Esta vez, la sección dedicada a los embajadores noruegos delinea otro contraste importante entre Hamlet y Fortimbrás. Al igual que Hamlet, Fortimbrás es el hijo afligido de un rey muerto, un príncipe cuyo tío heredó el trono en su lugar, pero donde Hamlet se ha hundido en la desesperación, la contemplación y la indecisión, Fortimbrás se ha entregado a la búsqueda de venganza. Este contraste se acentuará más adelante en la obra. Aquí, es importante sobre todo señalar que el tío de Fortimbrás le ha prohibido atacar Dinamarca, pero le ha dado permiso para atravesarla de camino a atacar Polonia. Esto sugiere al menos la posibilidad de que el rey de Noruega esté intentando engañar a Claudio para que permita la entrada de un ejército hostil a su país. 

Cabe señalar que Claudio parece indiferente al hecho de que un poderoso enemigo atravesará su país a caballo con un gran ejército. Por el contrario, Claudio parece mucho más preocupado por la locura de Hamlet, lo que deja en claro que, mientras que el rey Hamlet era un poderoso guerrero que buscaba expandir el poder de Dinamarca, Claudio es un político más preocupado por las amenazas al interior de su estado. 

Otro de los acontecimientos más importantes es la llegada de Rosencrantz y Guildenstern, dos de las figuras más enigmáticas de Hamlet. Estos dos personajes son objeto de manipulación por parte de todos los miembros de la familia real y parecen vivir en un estado de temor a ofender a la persona equivocada o a revelar el secreto equivocado en el momento equivocado. Uno de los aspectos más llamativos de los dos hombres es su extraordinario parecido. De hecho, Shakespeare deja a Rosencrantz y Guildenstern casi completamente indiferenciados. En efecto, cuando Claudio dice: “Gracias, Rosencrantz y amable Guildenstern”, Gertrudis responde: “Gracias, Guildenstern y amable Rosencrantz”, casi como si no importara cuál es cuál (II.ii.33-34). El interrogatorio de los dos hombres a Hamlet es una parodia de un diálogo socrático. Proponen posibilidades, desarrollan ideas según argumentos racionales y ven sus intentos de comprender el comportamiento de Hamlet totalmente frustrados por sus respuestas poco cooperativas. 

¡Qué obra maestra es el hombre! ¡Qué noble en la razón! ¡Qué infinito en sus facultades! ¡Qué expresivo y admirable en su forma y movimiento! ¡Qué semejante a un ángel en la acción y a un dios en la contemplación! ¡Lo más bello de la tierra! ¡El más perfecto de las criaturas! Y, sin embargo, para mí, ¿qué es esta quintaesencia de polvo? (II.ii.293-298) 

El otro gran acontecimiento de esta escena es la llegada de los actores. La presencia de los actores y la propia representación teatral dentro de la obra de teatro subrayan un tema significativo: que la vida real es en ciertas maneras una actuación. Hamlet profesa asombro ante el actor que hace de rey por su capacidad de emocionarlo con el relato que narra, a pesar de que es una recreación ficticia. Mientras que Hamlet no puede responder a su propia situación porque no tiene conocimiento certero sobre el asunto, el actor y el público teatral en general pueden responder con sentimientos incluso a cosas que saben que no son ciertas. En efecto, la mayor parte del tiempo, la gente responde a sus situaciones con emociones y acciones que no están basadas en un conocimiento cierto. Pero es precisamente esto a lo que Hamlet se niega. Su negativa a actuar como si supiera lo que está haciendo puede interpretarse como heroica y apropiada, o como quijotesca e imposible. En cualquier caso, su plan para atrapar al rey al provocar en él una respuesta emocional es muy poco sólido: Los sentimientos de Claudio sobre una obra nunca podrían interpretarse como un índice confiable de la verdad.