Resumen
El enorme salón de los Capuleto es un gran bullicio. Los criados trabajan sin tregua para que todo marche sobre ruedas y se reservan algo de comida para poder disfrutar del festín. Capuleto circula entre los grupos de invitados para intercambiar bromas y animarlos a bailar.
Desde el otro lado de la sala, Romeo ve a Julieta y le pregunta a un criado quién es, pero este no sabe. Romeo se queda paralizado; Rosalina desaparece de su mente y declara que no había estado enamorada hasta ese momento. Teobaldo oye y reconoce su voz y se abre paso entre la multitud. Al darse cuenta de que hay un Montesco presente, envía a un sirviente a buscar su espadín. Capuleto lo escucha y lo reprende, diciéndole que Romeo tiene una buena reputación en Verona y que él no permitirá que sufra daños en su fiesta. Teobaldo protesta, pero Capuleto lo regaña hasta que accede a mantener la paz. Cuando capuleto se retira, Teobaldo jura que no dejará pasar esa injuria.
Mientras tanto, Romeo se ha acercado a Julieta y le ha tocado la mano. En un diálogo plagado de metáforas religiosas que presentan a Julieta como una santa y a Romeo como un peregrino que desea borrar su pecado, intenta convencerla de que lo bese, ya que solo a través de su beso podría recibir la absolución. Julieta acepta quedarse quieta mientras Romeo la besa, así, en los términos de su conversación, ella lo libera del pecado. Julieta da entonces el salto lógico de que, si le ha quitado el pecado a Romeo, el pecado de este debe residir ahora en sus labios, por lo que deben volver a besarse.
Justo cuando acaban de darse el segundo beso, llega la nodriza y le dice que su madre quiere hablar con ella. Romeo le pregunta quién es la madre de Julieta, a lo que ella le responde que es la Sra. Capuleto. Al oír esto, Romeo queda devastado. A medida que la multitud comienza a dispersarse, aparece Benvolio y se lleva a Romeo del banquete. Julieta está tan impresionada con el misterioso hombre al que ha besado como Romeo lo está con ella. Comenta para sí que, si se trata de un hombre casado, morirá (1.5.131). Para averiguar la identidad de Romeo sin levantar sospechas, le pide a la nodriza que identifique a una serie de jóvenes. La nodriza se marcha y vuelve con la noticia de que el hombre se llama Romeo y es un Montesco. Abrumada por la angustia de amar a un Montesco, Julieta se retira con su nodriza.
Análisis
Este es el momento que todos esperábamos. Romeo ve a Julieta y se olvida completamente de Rosalina; Julieta conoce a Romeo y también cae enamorada. El encuentro domina la escena y con un lenguaje extraordinario que captura tanto el entusiasmo como el asombro que sienten ambos protagonistas, Shakespeare demuestra estar a la altura de las expectativas que ha creado al demorar el encuentro durante todo un acto.
La primera conversación entre Romeo y Julieta es una metáfora cristiana extendida. Con dicha metáfora, Romeo convence ingeniosamente a Julieta de que lo bese. Pero la metáfora conlleva muchas otras funciones. Las connotaciones religiosas de la conversación implican con claridad que su amor puede describirse únicamente a través del vocabulario religioso, de la asociación pura con Dios. De esta manera, su amor se asocia inmediatamente a la pureza y la pasión de lo divino. Pero esta asociación entre amor personal y religión tiene otra cara. Al servirse del lenguaje religioso para describir sus sentimientos mutuos, Romeo y Julieta rozan la blasfemia. Romeo la compara con la imagen de una santa a quien venerar, un papel que Julieta acepta desempeñar. Mientras que para la iglesia católica era aceptable reverenciar las imágenes de los santos, para la iglesia anglicana de la época isabelina era una blasfemia, una especie de idolatría. Las declaraciones de Romeo, entonces, rozan la herejía. Julieta comete una herejía aún más grave en la escena siguiente cuando dice que Romeo es “el dios de su idolatría”, de modo que lo erige como dios de su religión personal. (2.1.156). Ya hemos comentado que el amor de Romeo y Julieta parece oponerse siempre a las estructuras sociales de la familia, el honor y el deseo civil del orden. Aquí se muestra también en cierto conflicto, al menos teológicamente, con la religión.
Cuando Romeo y Julieta se conocen, intercambian solo catorce versos antes de darse el primer beso. Dichos versos conforman un soneto compartido, con un esquema de rima ababcdcdefefgg. El soneto es una forma poética perfecta e idealizada que se utiliza a menudo para escribir sobre el amor. Al encapsular en un soneto el momento de origen del amor entre Romeo y Julieta, se crea una combinación perfecta entre contenido literario y estilo formal. El uso del soneto, sin embargo, también cumple un segundo propósito más oscuro. El prólogo de la obra también es un único soneto con el mismo esquema rítmico que el soneto compartido por Romeo y Julieta. Recordemos que el soneto del Prólogo presenta la obra y, a través de la descripción de la eventual muerte de Romeo y Julieta, también permite dar un sentido de fatalidad que impregna toda la historia. El soneto que comparten los dos amantes, entonces, crea un vínculo formal entre su amor y su destino. Con un solo soneto, Shakespeare encuentra un medio para expresar el amor perfecto y vincularlo a un destino trágico.
Ese destino comienza a afirmarse en el instante en que Romeo y Julieta se encuentran por primera vez: Teobaldo reconoce la voz de Romeo cuando este exclama su amor ante la belleza de Julieta. Capuleto, actuando con cautela, impide que este reaccione impulsivamente, pero la furia de Teobaldo ya está plantada, lo que crea las circunstancias que finalmente desterrarán a Romeo de Verona. En el encuentro entre Romeo y Julieta se halla el germen de su tragedia compartida.
La primera conversación entre Romeo y Julieta también deja entrever el papel que cada uno desempeñará en su relación. En esta escena, Romeo claramente es el agresor y hace uso de todas sus destrezas para conquistar a una Julieta seductora, pero tímida. Cabe señalar que Julieta no se mueve durante el primer beso; simplemente deja que Romeo la bese. Aún es una niña joven y, aunque en su diálogo con Romeo demuestra su inteligencia, aún no está lista para pasar a la acción. En el segundo beso, no obstante, la agresora es ella y es su lógica la que obliga a Romeo a volver a besarla y retirar el pecado que había depositado en sus labios. En una sola conversación, Julieta pasa de ser una joven correcta y tímida a una más madura, que comprende lo que desea y es lo bastante rápida para conseguirlo.
El posterior comentario de Julieta a Romeo, “Besas como en los libros”, puede interpretarse de dos maneras (1.5.107). En primer lugar, puede verse como un énfasis en la falta de experiencia de Julieta. En muchas representaciones de la obra, Julieta dice esta frase con cierto asombro, de modo que las palabras signifiquen que besa de manera increíble. Pero es posible ver cierta ironía en este verso. El comentario de Julieta de que Romeo besa “como en los libros” equivale a señalar que besa como si lo hubiera aprendido de un manual y siguiera esas instrucciones al pie de la letra. En otras palabras, es competente, pero poco original (nótese que el amor de Romeo por Rosalina se describe exactamente en estos términos, como aprendido de la lectura de libros de poesía romántica). Julieta está claramente enamorada de Romeo, pero es posible verla como la más incisiva de los dos, y como exigiéndole a Romeo un nivel de amor más genuino a través de su observación de su tendencia a no salirse de las formas acostumbradas del amor en lugar de al amor en sí.