Resumen del Acto Segundo, Escena 3 

Temprano por la mañana, entra fray Lorenzo con una cesta, que llena con diferentes malezas, hierbas y flores. Mientras reflexiona sobre la generosidad de la tierra, demuestra un amplio conocimiento sobre las propiedades de las plantas que recoge. Entonces entra Romeo y fray Lorenzo intuye que este viene sin dormir, por lo que teme que haya yacido en psus intenciones de casarse con ella y su deseo de que el fraile acepte casarlos ese mismo día. El fraile está sorecado con Rosalina. Romeo le asegura que no ha sucedido nada de eso y le describe su nuevo amor por Julieta, prendido ante este cambio repentino de Rosalina a Julieta y comenta la volubilidad del amor juvenil en general y de Romeo en particular. Este se defiende señalando que Julieta le corresponde su amor, mientras que Rosalina, no. El fraile le responde que Rosalina se daba cuenta de que el amor por ella “leía de memoria, no conocía las letras”. Fray Lorenzo se muestra escéptico ante el repentino cambio de opinión de Romeo, pero acepta casar a la pareja. Expresa la esperanza de que el matrimonio ponga fin a la disputa que asola a Montescos y Capuletos. 

Resumen del Acto Segundo, Escena 4 

Esa misma mañana, justo antes de las nueve, Mercucio y Benvolio se preguntan que habrá pasado con Romeo la noche anterior. Benvolio se ha enterado por un sirviente de los Montesco que Romeo no ha regresado a casa; Mercucio suelta algunas palabras poco amables sobre Rosalina. Benvolio también cuenta que Teobaldo le ha escrito una carta a Romeo para retarlo a un duelo y entonces Mercucio responde que este ya está muerto, por la flecha de Cupido. Se pregunta en voz alta si será tan hombre como para enfrentarse con Teobaldo. Cuando Benvolio sale en su defensa, Mercucio emprende una larga descripción de Teobaldo como un maestro espadachín, hecho y derecho, además de comedido. Sin embargo, según él, es también un vanidoso y afectado “fanático de la moda” (2.4.29). Mercucio desprecia todo lo que Teobaldo representa. 

Entonces llega Romeo y Mercucio comienza a ridiculizarlo inmediatamente, diciendo que el amor lo ha vuelto débil. Para burlarse de su amor exagerado, según él, hacia Rosalina, Mercucio imita a Romeo y compara a la joven con todas las bellezas famosas de la antigüedad, entre las cuales se destaca. Luego, lo acusa de haberlos abandonado la noche anterior. Romeo no niega la acusación, pero afirma que su necesidad era grande, por lo que la ofensa es perdonable. A partir de este momento, se inicia una intrincada, ingeniosa y salvajemente sexual batalla verbal. 

Entra la nodriza, seguida de un criado, Pedro. La nodriza pregunta si alguno de los tres jóvenes conoce a Romeo y este se presenta. Mercucio se burla de la nodriza insinuando que es una prostituta, por lo cual esta se enfurece. Benvolio y Mercucio se van a comer en casa de los Montesco y Romeo dice que se les unirá en un momento. La nodriza le advierte a Romeo que le conviene no intentar “jugar a dos puntas” con Julieta y él le asegura que no tiene intención de algo así. Le pide que le diga a Julieta que se las ingenie para ir a confesarse con fray Lorenzo esa tarde, y allí podrán casarse. La nodriza acuerda entregarle el mensaje y también accede a colocar una escalera de tela para que Romeo pueda subir a la habitación de Julieta la noche de bodas. 

Análisis del Acto Segundo, Escenas 3–4 

En esta escena, se nos presenta a fray Lorenzo mientras medita sobre la dualidad del bien y del mal que existe en todas las cosas. Hablando de plantas medicinales, el fraile afirma que, aunque todo en la naturaleza tiene un propósito útil, también puede conducir a la desgracia si se utiliza incorrectamente. 

Al final de este pasaje, sus reflexiones giran en torno a una verdad más amplia, al hablar de cómo el bien puede degenerarse en un mal y el mal puede purificarse en un bien. El fraile intenta llevar a la práctica estas teorías cuando acepta casar a Romeo y Julieta con la esperanza de que el bien de su amor revierta el mal del odio entre las dos familias. Por desgracia, más tarde entrará en juego la otra cara de su teoría: el plan de tomar una poción que induzca al sueño, con la intención de preservar el matrimonio y el amor de los jóvenes, desemboca en la muerte de ambos. 

El papel temático del fraile en Romeo y Julieta es difícil de precisar. Es evidente que es un querido amigo tanto para Romeo como para Julieta, además de parecer sabio y generoso. Pero, a la vez que parece encarnar todas estas cualidades generalmente asociadas a la religión, también es un sirviente del destino, aunque lo ignore: todos sus planes salen mal y son la causa de los malentendidos que llevan a la tragedia final. 

Fray Lorenzo también hace regresar a la obra el espectro de Rosalina cuando no puede creer que el amor de Romeo haya pasado tan rápido de una persona a otra. En su respuesta, Romeo dice que, a diferencia de Rosalina, Julieta le corresponde su amor, pero esto no es prueba alguna de que él haya madurado. La cuestión de Rosalina continúa hasta la escena siguiente cuando Mercucio se empieza a burlar de Romeo comparando a Rosalina con todas las bellezas de la antigüedad (es interesante observar que una de estas bellezas, Tisbe, se encuentra en un mito que se parece mucho a la trama de Romeo y Julieta). Los acontecimientos de la obra demuestran el amor inquebrantable de Romeo por Julieta, pero el amor inmaduro de Romeo por Rosalina, su enamoramiento del amor, nunca se borra del todo. Él sigue demasiado deprisa los ejemplos clásicos del amor, incluido su suicidio. 

Además de hacer avanzar la trama por la que Romeo y Julieta logran casarse, el Acto Segundo, Escena 4 nos dejar ver a Romeo entre sus amigos, entre quienes se muestra tan ingenioso y bromista como Mercucio. Este Romeo bromista es quien Mercucio cree que es su “verdadero” amigo, liberado de repente de la ridícula melancolía del amor: “¿Por qué, no es mejor esto que quejarse de amor? Ahora eres sociable, ahora eres Romeo” (2.4.76-77). En la escena anterior, Julieta intentó ir en contra del mundo social con el poder de su amor personal; aquí Mercucio intenta imponer el lenguaje social de la bravuconería y las bromas masculinas sobre la introspección privada del amor. Curiosamente, tanto Julieta como Mercucio creen conocer al “verdadero” Romeo, pero hay un conflicto: incluso la amistad se opone al amor de Romeo. Romeo debe seguir siendo a la vez el amante privado y el Montesco y amigo público, y debe encontrar de algún modo la manera de sobrevivir entre las diferentes reivindicaciones que le exigen sus dos papeles.