Resumen del Acto Segundo, Escena 3
Un ujier avanza a trompicones por el pasillo para atender a las llamadas a la puerta, refunfuñando por el ruido de forma graciosa y burlándose de quienquiera esté detrás de la puerta. Se compara con un portero del infierno diciendo: “¿Quién está ahí? En el nombre de Belcebú” (2.3.3). Entran Macduff y Lennox, y Macduff se queja por la lenta respuesta a su llamada. El ujier se excusa diciendo que estuvo hasta tarde de juerga y divaga humorísticamente sobre los efectos del alcohol, que según él es la causa de narices rojas, somnolencia y micción. También añade que beber “provoca y no provoca” lascivia, ya que quita la capacidad de tener relaciones sexuales (2.3.27).
Entra Macbeth y Macduff le pregunta si el rey está despierto, informando que Duncan pidió verlo temprano por la mañana. Macbeth explica con frases breves y entrecortadas que Duncan aún duerme y se ofrece a llevarlo ante él. Mientras Macduff entra a la recámara del rey, Lennox describe las tormentas de la noche anterior y afirma no recordar nada igual en su vida. Al grito de: “Oh, ¡horror, horror, horror!”, Macduff sale de habitación y exclama que el rey ha sido asesinado (2.3.59). Macbeth y Lennox entran de prisa, mientras aparece Lady Macbeth expresando su horror ante la idea de que semejante acto se haya cometido bajo su techo. Se desata un caos general cuando entran los demás nobles y sirvientes. Cuando Macbeth y Lennox salen de la recámara, Malcolm y Donalbain entran en escena. Les dicen que su padre ha sido asesinado, probablemente por sus chambelanes, a quienes encontraron con puñales ensangrentados. Macbeth declara que en su ira ha matado a los chambelanes.
Macduff parece sospechar de estas nuevas muertes, lo que Macbeth explica diciendo que su furia por la muerte de Duncan fue tan fuerte que no pudo contenerse. Lady Macbeth se desmaya de repente, y tanto Macduff como Banquo llaman a alguien para que la atienda. Malcolm y Donalbain se susurran que no están a salvo, ya que quien mató a su padre probablemente intentará matarlos a ellos. Se llevan a Lady Macbeth, mientras Banquo y Macbeth reúnen a los señores para discutir el asesinato. Los hijos de Duncan deciden huir de la corte. Malcolm declara que irá al sur, a Inglaterra, y Donalbain partirá al punto a Irlanda.
Resumen del Acto Segundo, Escena 4
Ross, un noble, se pasea por afuera del castillo con un anciano. Comentan los extraños y ominosos sucesos recientes: es de día, pero afuera está oscuro; el martes pasado, un búho mató a un halcón; y los hermosos y bien entrenados caballos de Duncan se comportaron salvajemente y se comieron unos a otros. Macduff sale del castillo y le dice a Ross que Macbeth ha sido nombrado rey por los demás señores y que ahora cabalga hacia Scone para su coronación. Macduff añade que los chambelanes parecen ser los asesinos más probables, y que pueden haber recibido el soborno de otra persona para cometer tal asesinato. Las sospechas recaen ahora sobre los dos príncipes, Malcolm y Donalbain, porque han huido de la escena. Macduff regresa a su casa en Fife y Ross parte hacia Scone para asistir a la coronación del nuevo rey.
Análisis del Acto Segundo, Escenas 3 y 4
Tras la imaginería sangrienta y el tono oscuro de las dos escenas previas, la comicidad del ujier presenta un cambio de tono inesperado. Sus bromas bonachonas con Macduff terminan con la creciente tensión de la obra y también funcionan como un comentario oblicuo a su temática. A diferencia de los demás personajes de cuna noble, que hablan en yambos, el ujier habla en prosa. Su lenguaje relajado indica que sus palabras y su papel es menos importante que los de los demás personajes, pero en su alegre tono bromista, toca varias verdades. La descripción que hace de la confusión y lujuria que provoca el alcohol caricaturiza la confusión moral de Macbeth y su ansia de poder. Además, sus comentarios sobre la lujuria impotente a la que incita la bebida hacen eco de la provocación sexual que Lady Macbeth hace sobre la capacidad de Macbeth para llevar a cabo sus planes. La broma que hace el ujier comparando la puerta de Inverness con la del infierno es irónica en el marco de los eventos crueles y sangrientos que han ocurrido dentro del castillo, analogía que se refuerza cuando exclama: “¿Quién está ahí? En el nombre de Belcebú” (2.3.3). En lugar de dar una bienvenida y una bendición cuando se reciben a alguien en el castillo de Macbeth, se les advierte a los invitados que se están poniendo en manos del diablo.
Ahora que las maquinaciones de Lady Macbeth han dado resultado, ella empieza a correrse del centro del escenario para dar lugar a Macbeth como el personaje más convincente de la obra. Las frases entrecortadas que Macbeth les dirige a Macduff y Lennox exhiben su mente atormentada y su inquietud ante el inminente descubrimiento del cuerpo de Duncan. Por ejemplo, mientras que Lennox discurre sobre el tiempo salvaje de la noche anterior, la única respuesta que da Macbeth es un escueto “ Fue una noche dura” (2.3.57). Y cuando Lennox le pregunta: “¿Se marcha hoy el rey?”, Macbeth casi delata el hecho de que sabe que está muerto (2.3.49). “Así es” responde, antes de darse cuenta de que su respuesta es incriminatoria, por lo que agrega: “Así dijo” (2.3.49).
Una vez que descubren el cadáver de Duncan, es como si se hubiera activado un interruptor en el interior de Macbeth. Entra en acción con un claro objetivo: controlar a los nobles y convertirse en rey de Escocia. Curiosamente, Shakespeare no nos muestra la escena en la que lo nombran rey. Así como nos negó la escena del asesinato de Duncan, ahora elude su consecuencia directa: la elección de Macbeth. La noticia nos llega de segunda mano mediante los personajes de Ross, Macduff y el anciano.
Aunque Macbeth parece ganar confianza a medida que avanza el Acto Segundo, Escena 3, los demás personajes arrojan hacia él sutiles sospechas. Cuando Malcolm le pregunta sobre el asesino de su padre, Lennox responde: “Los de su recámara, al parecer, son los culpables” (2.3.98). La aclaración “al parecer” subraya la naturaleza sospechosa de la escena del crimen. Banquo, también expresa su desconfianza ante el argumento de Macbeth de que los chambelanes son los asesinos. Dice: “Juntémonos a cuestionar esta obra tan sangrienta para analizarla a fondo” (2.3.123–125). Sin embargo, el personaje más desconfiado es por lejos Macduff, que, a este punto de la obra, se ha presentado como una figura bastante discreta. Le pregunta a Macbeth por qué ha matado a los chambelanes y luego expresa su sospecha ante Ross y el anciano. Su decisión de regresar a casa, a Fife, en lugar de viajar hasta Scone para asistir a la coronación de Macbeth es una manifestación abierta de oposición. Así, con unos pocos trazos, Macduff se establece en la obra como la némesis eventual de Macbeth. Malcolm, por supuesto, es el rey legítimo, pero carece de la iniciativa y del propósito de Macduff, algo que queda ilustrado por su deseo de huir antes que hacer valer sus derechos reales. Con la intención de recuperar el trono, necesitará la ayuda de Macduff, alguien con voluntad mucho más firme, y será este, y no Malcolm, quien asuma la responsabilidad de la muerte de Macbeth.
La conversación entre Ross y el anciano al principio del Acto Segundo, Escena 4, le muestra al público un conjunto de acontecimientos sobrenaturales que se han manifestado tanto en el clima como en el comportamiento de los animales, que proyectan una sombra amenazadora sobre el ascenso de Macbeth al poder. En las tragedias de Shakespeare (Julio César, El rey Lear y Hamlet, en particular), los terribles fenómenos sobrenaturales generalmente presagian un comportamiento perverso de los personajes, con consecuencias trágicas para el estado. Las tormentas que acompañan las apariciones de las brujas y el asesinato de Duncan son algo más que simples alteraciones atmosféricas, son símbolos de la conexión entre acontecimientos morales, naturales y políticos dentro del universo de las obras shakesperianas. Al asesinar a Duncan, Macbeth desata una especie de caos primigenio sobre el reino de Escocia, en el cual el viejo orden del buen rey y sus leales súbditos se sustituye por una relación más oscuro entre un tirano y sus víctimas.