Resumen
Sansón y Gregorio, dos sirvientes de la casa de los Capuleto, caminan por las calles de Verona. Con bromas subidas de tono, Sansón expresa su odio hacia la casa de los Montesco y los dos intercambian comentarios jocosos sobre la conquista física de los hombres Montesco y la conquista sexual de sus mujeres. Gregorio ve acercarse a dos criados de esta familia y debate con Sansón sobre la mejor manera de provocar una pelea sin infringir la ley.
Sansón se muerde el pulgar delante de los Montesco, un gesto muy insultante, y el enfrentamiento verbal no tarda en convertirse en una pelea. Entra Benvolio, pariente de los Montesco, y desenvaina la espada en un intento de detener la confrontación. Teobaldo, un pariente de los Capuleto, lo ve y desenvaina la suya. Benvolio explica que solo está intentando mantener la paz, pero Teobaldo exclama que odia la paz tanto como odia a los Montesco y lo ataca. La pelea se extiende a un grupo de ciudadanos que intenta restablecer la paz golpeando con palos a los combatientes. Entran los Montesco y Capuleto, y solo sus esposas consiguen detener los ataques. Entonces llega el príncipe della Scala y ordena el fin de la pelea bajo pena de tortura. Tanto los Montesco como los Capuleto arrojan sus armas. El príncipe declara que la violencia entre las dos familias ya ha durado demasiado y proclama la pena de muerte para cualquiera que vuelva a perturbar la paz civil. Dice que hablará con Capuleto y Montesco directamente sobre este asunto; Capuleto sale con él, los pendencieros se dispersan y Benvolio se queda solo con su tío y su tía, Sr. y Sra. Montesco.
Benvolio les explica cómo empezó la pelea y la Sra. Montesco le pregunta si ha visto a su hijo, Romeo. Benvolio dice que lo vio paseando por un bosquecillo de sicomoros fuera de la ciudad y, como lo vio afligido, decidió dejarlo tranquilo. Preocupados por su hijo, los Montesco le cuentan que lo han visto melancólico a menudo, paseando solo entre los sicomoros y que han intentado en vano descubrir la razón de su tristeza. Benvolio ve que Romeo se acerca y promete averiguar la causa de su melancolía. Los Montesco se retiran de prisa.
Benvolio se acerca a su primo. Con un dejo de tristeza, Romeo le cuenta que está enamorado de Rosalina, pero que ella no le corresponde sus sentimientos y, de hecho, ha jurado vivir una vida de castidad. Benvolio le aconseja que la olvide admirando a otras bellezas, pero Romeo sostiene que la mujer que ama es la más bella de todas. Romeo se marcha, asegurándole que no puede enseñarle a olvidar su amor. Benvolio decide hacerlo.
Análisis
Con un comienzo lleno de acción que sin duda atrapará la atención del público (y fue diseñado en parte con ese propósito), Shakespeare presenta toda la información contextual que se necesita para entender el mundo de la obra. En la reyerta, retrata todos los estratos de la sociedad Veronesa, desde los más bajos, los sirvientes, hasta el príncipe, que ocupa la cúspide política y social. Además, caracteriza a Benvolio como reflexivo y temeroso de la ley; a Teobaldo, como irascible; y a Romeo, como distraído y enamorado, a la vez que muestra el odio profundo y duradero entre los Montesco y los Capuleto. Al mismo tiempo, Shakespeare establece algunos de los temas principales de la obra. El comienzo de Romeo y Julieta es una maravilla de economía, fuerza descriptiva y emoción.
El origen de la pelea, plagada de bravuconadas sexuales y físicas, presenta el importante tema del honor masculino, que no funciona precisamente como una especie de indiferencia estoica ante el dolor o el insulto. En Verona, un hombre debe defender su honor siempre que sea transgredido, ya sea verbal o físicamente. Este concepto existe en todos los estratos de la sociedad veronesa, desde los criados hasta los nobles, y es lo que mueve a la acción a Sansón y a Gregorio, al igual que a Teobaldo.
Es significativo que el enfrentamiento entre los Montesco y los Capuleto se desate primero entre los sirvientes. Los lectores de la obra generalmente se centran en las dos grandes familias nobles, como es de esperarse. Sin embargo, no se debe pasar por alto la inclusión que Shakespeare hace de los criados: sus perspectivas en Romeo y Julieta muchas veces sirven para comentar las acciones de sus amos y, por lo tanto, de la sociedad. Cuando aparecen sirvientes en la obra, no deben descartarse como elementos escenográficos, porque están destinados a darle realismo al mundo de la obra. Las cosas que dicen los criados a menudo cambian la forma en que podemos leer la obra, ya que esto nos muestra que, aunque los Montesco y los Capuleto sean gloriosamente trágicos, también son supremamente privilegiados y estúpidos, puesto que solo los estúpidos provocarían la muerte de su propia familia sin necesidad alguna. Las prosaicas preocupaciones de las clases bajas exhiben la dificultad de sus vidas; una dificultad a la que los Capuleto y los Montesco no tendrían que enfrentarse si no estuvieran tan cegados por el honor y el odio.
En las figuras de la guardia civil y el príncipe, la reyerta introduce al público un aspecto diferente del mundo social de Verona que existe más allá de los Montesco y los Capuleto. Este mundo social se alza en constante contraste con las pasiones inherentes a las dos familias. El forcejeo entre las exigencias del mundo social y las pasiones privadas es otro tema poderoso en la obra. Por ejemplo, podemos observar cómo intentan los criados satisfacer su deseo sin quebrantar la ley. En efecto, Sansón pone mucho cuidado al preguntar: “¿Está la ley de nuestro lado si digo ‘sí’?”, antes de insultar a los Montesco (1.1.42). Después de que el príncipe instituya la pena de muerte para cualquiera que vuelva a alterar la paz, las apuestas por dejar que las pasiones privadas abrumen la sobriedad pública se elevan a un nuevo nivel.
Por último, en esta primera escena también se nos presenta a Romeo, el amante, aunque la presentación es un tanto sorpresiva. En una obra llamada Romeo y Julieta, esperaríamos que el pobre Romeo estuviera loco de amor por Julieta. En cambio, nos enteramos de que está enamorado de Rosalina. ¿Quién es Rosalina? La pregunta persiste a lo largo de la obra, ya que nunca aparece en escena, pero muchos de los amigos de Romeo, que ignoran que se ha enamorado de Julieta y se ha casado con ella, creen que está enamorado de Rosalina durante toda la obra. Fray Lorenzo, por ejemplo, se sorprende de que el afecto de Romeo cambie tan rápidamente de Rosalina a Julieta. De este modo, Rosalina ronda a lo largo de Romeo y Julieta.
Se podría decir que Rosalina existe en la obra solo para exhibir la naturaleza apasionada de Romeo, su enamoramiento del amor. Por ejemplo, Romeo suelto tópicos del amor cuando habla de Rosalina: “Pluma de plomo, humo brillante, fuego frío, salud enferma” (1.1.173). Parece que el amor de Romeo por la casta Rosalina proviene casi por completo de la lectura de mala poesía amorosa. Su amor por Rosalina, por tanto, parece tratarse de un amor inmaduro, más de una declaración de que está preparado para enamorarse que de un amor real. Otra lectura sostiene que el amor de Romeo por Rosalina exhibe su disposición a amar a cualquier mujer bella y esté dispuesta a corresponder sus sentimientos, lo que ensucia nuestra idea del amor de Romeo por Julieta. A lo largo de la obra, la pureza y el poder del amor de Romeo por Julieta parecen superar cualquier preocupación sobre el origen de ese sentimiento y, por tanto, cualquier preocupación sobre Rosalina, pero la cuestión del papel de este personaje en la obra ofrece un importante punto de consideración.