Resumen del Capítulo 20

El Sr. Dolphus Raymond está bebiendo algo dentro de una bolsa de papel y, compareciéndose de Dill, le ofrece un sorbo. Él bebe un poco y Scout le advierte que no beba mucho, pero Dill le aclara que no es una bebida alcohólica, sino Coca-Cola. El Sr. Raymond les dice que finge ser un alcohólico para darles a los blancos una explicación de su estilo de vida, cuando en realidad es porque simplemente prefiere a las personas negras.

Cuando Dill y Scout regresan a la sala del tribunal, Atticus está haciendo sus observaciones finales. Ha repasado la evidencia y ahora hace un llamamiento personal al jurado. Señala que la parte demandante no ha presentado evidencia médica del crimen sino el testimonio poco fiable de dos testigos poco fiables; además, la evidencia física sugiere que Bob Ewell, no Tom Robinson, ha golpeado a Mayella. A continuación, ofrece su propia versión de los hechos, describiendo cómo Mayella, solitaria e infeliz, cometió el acto inconfesable de desear a un hombre negro y luego ocultó su vergüenza acusándolo de violación después de que la descubrieran. Atticus le ruega al jurado que evite la suposición del estado de que todas las personas negras son criminales y que haga justicia liberando a Tom Robinson. En cuanto Atticus termina, Calpurnia entra a la sala.

Resumen del Capítulo 21

Calpurnia le entrega a Atticus una nota en la que le dice que sus hijos han estado ausentes de su casa desde el mediodía. El Sr. Underwood dice que Jem y Scout están en el “palco de color” (un palco designado para las personas negras) desde la una del mediodía. Atticus les dice que vuelvan a casa a comer y ellos le ruegan que los deje quedarse a oír el veredicto; Atticus dice que pueden volver después de comer, aunque sabe que es probable que el jurado regrese antes que ellos.

Calpurnia lleva a Jem, Scout y Dill a casa. Comen rápidamente y regresan para encontrar al jurado todavía afuera y la sala del tribunal todavía llena. Llega la tarde, cae la noche y el jurado continúa deliberando. Jem confía en la victoria, mientras que Dill se ha quedado dormido. Finalmente, pasadas las once de la noche, entra el jurado. Scout recuerda que un jurado nunca mira a un hombre al que ha condenado, y se da cuenta de que los doce hombres no miran a Tom Robinson mientras entran y emiten un veredicto de culpabilidad. La sala comienza a vaciarse y, cuando Atticus sale, todos los presentes en el palco “de color” se levantan en señal de respeto.

Resumen del Capítulo 22

Esa noche, Jem llora y protesta ante la injusticia del veredicto. Al día siguiente, la población negra de Maycomb entrega una avalancha de comida en la casa de los Finch. Afuera, la Srta. Stephanie Crawford está chismorreando con el Sr. Avery y la Srta. Maudie, e intenta interrogar a Jem y Scout sobre el juicio. La Srta. Maudie rescata a los niños invitándolos con un poco de pastel. Jem se lamenta de que las ilusiones que tenía con respecto a Maycomb se hayan hecho añicos: pensaba que esa gente era la mejor del mundo y, tras haber presenciado el juicio, ya no piensa igual. La Srta. Maudie señala que hubo gente que intentó ayudar, como el juez Taylor, que designó a Atticus para el caso en lugar del abogado de oficio habitual. Añade que el hecho de que el jurado haya tardado tanto en pronunciarse constituye un signo de avance en las relaciones raciales. Cuando los niños salen de casa de la Srta. Maudie, la Srta. Stephanie corre a contarles que Bob Ewell abordó a su padre esa mañana, lo escupió y juró vengarse.

Análisis de los Capítulos 20–22

Resulta fácil criticar al Sr. Dolphus Raymond como personaje poco realista, sacarinamente no racista. De hecho, en un entorno temporal y geográfico en el que la comunidad blanca en su conjunto siente tan poca simpatía por la comunidad negra, Raymond no solo resulta anómalo, sino también un tanto absurdo; parece que incluso el recto y moralmente íntegro Atticus podría considerar que ha faltado a las nociones aceptadas de corrección social. Sin embargo, la importancia del personaje de Raymond radica en la naturaleza de su preferencia por la gente negra. De la misma manera en que él nunca explica por qué prefiere a las personas negras y simplemente las prefiere, la comunidad blanca tampoco explica nunca por qué las odia y simplemente lo hacen. La diferencia entre estas dos actitudes tan arraigadas, no obstante, está en que, mientras que la comunidad blanca impone sus preferencias sin reparos a todo Maycomb, Raymond actúa según sus preferencias únicamente porque quiere vivir así, no porque quiera dictar cómo deben vivir los demás.

Su presencia fuera de la corte es entendible: al igual que la Srta. Maudie, él no pertenece con el resto de las personas blancas, no comparte su culpabilidad. El Sr. Raymond es un realista duro y, aunque comparte la misma indignación de Jem, es demasiado viejo para llorar. En cierto modo, el Sr. Raymond es otra ilustración de un inocente destruido por el odio y los prejuicios: un hombre moral y concienzudo, que también es una figura infeliz, un buen hombre que se ha vuelto cínico y ha perdido la esperanza después de presenciar demasiada maldad en el mundo. “Aún no has visto suficiente mundo”, le dice a Scout, comentando lo especial y bueno que es su padre y su inocente creencia en la bondad humana. “Ni siquiera has visto esta ciudad, pero con entrar al juzgado, basta”.

Mientras que para el Sr. Raymond el Maycomb racista es el Maycomb real, Atticus, menos amargado, parece albergar aún cierta esperanza. En efecto, su elocuente discurso de cierre carece de todo signo de desesperanza y, en su lugar, le habla al jurado con confianza y dignidad, y los insta a que encuentren seguridad y dignidad en su interior. Si bien Matar un ruiseñor dramatiza la amenaza que supone el mal para la bondad, y muchas veces aborda este tema explorando la destrucción de la inocencia, la novela no culmina con una perspectiva moral sombría; por el contrario, está caracterizada por la sabia comprensión que ofrece Atticus tanto de la bondad como de la maldad de las personas. Las cuestiones morales de la novela son a menudo en blanco y negro, con un claro lado bueno y un claro lado malo, pero la conclusión de la novela sobre la humanidad no es tan simple. Por el contrario, Atticus comprende que las personas son capaces de grandes bondades y maldades, lo que demuestra la clave de su admirable fortaleza moral. A diferencia de la perspectiva de los niños, la comprensión que tiene Atticus del mundo no es inocente: no cree en la bondad simplemente porque nunca haya visto el mal. Por cierto, lo ha visto y experimentado, pero a pesar de ello sigue siendo capaz de tener fe en las buenas cualidades de la humanidad. Esta fe representa la perspectiva adulta a la que Scout se ve obligada a transitar después de comenzar la novela como una niña inocente.

Aunque el jurado arremete contra los prejuicios al condenar a Tom, todavía es posible que los personajes adultos moralmente intachables del pueblo conserven la esperanza. Incluso después de que se haya emitido el veredicto, existe la sensación de que se ha progresado: como dice la Srta. Maudie, el pueblo ha dado “un paso; es solo un pasito, pero es un paso”.

Jem, sin embargo, no es capaz de ver las cosas de esta manera. Scout está desconcertada por el veredicto, pero, al igual que Atticus, es resistente y conserva su visión positiva del mundo. Su hermano está destrozado: sus queridas ilusiones sobre la justicia y la ley se han hecho añicos. En cierto modo, Jem, como Tom Robinson, es un ruiseñor. Aunque los Ewell y las fuerzas del odio y los prejuicios no le quitan la vida, sí lo despojan de su infancia y de su idealismo juvenil.