Resumen del Capítulo 18
El juicio continúa y el pueblo sigue de cerca el proceso. Mayella es la siguiente en testificar. Es una joven de diecinueve años, razonablemente limpia —para los estándares de Ewell—y, por supuesto, totalmente aterrorizada. Declara que llamó a Tom Robinson para que pasara al otro lado de la valla y le ofreció cinco centavos para que la ayudara a deshacerse de una cómoda, y que una vez que este estuvo dentro de la casa, la agarró y abusó de ella. Durante el interrogatorio de Atticus, Mayella revela que su vida se reduce a un grupo de siete hermanos poco serviciales, un padre alcohólico y ninguna amistad.
A continuación, Atticus examina su testimonio y le pregunta por qué no dio más pelea, por qué los demás niños no acudieron con sus gritos y, lo más importante, cómo logró Tom Robinson cometer el crimen, es decir, cómo le magulló el lado derecho de la cara con su mano izquierda inutilizada, destrozada por una desmotadora de algodón cuando era niño. Atticus le suplica a Mayella que admita que no hubo violación, que su padre la golpeó. Ante esto, ella le grita y le espeta que la sala del tribunal tendría que ser una sarta de cobardes para no condenar a Tom Robinson; entonces rompe a llorar y se niega a responder a más preguntas. En el receso que sigue, el Sr. Underwood se da cuenta de que los niños están en el palco, pero Jem le dice a Scout que el editor del periódico no le dirá a Atticus que están allí, aunque podría incluirlo en la sección social del periódico. La acusación descansa y Atticus solo llama a un testigo: Tom Robinson.
Resumen del Capítulo 19
Tom testifica que siempre ha pasado por la puerta de los Ewell de camino al trabajo y que Mayella le pide con frecuencia que la ayude con algunas tareas. La noche en cuestión, recuerda, le pidió que entrara a la casa para reparar la puerta. Al entrar, la puerta no tenía ningún problema y observó que los demás niños no estaban. Mayella le dijo que había ahorrado dinero y que los había enviado a tomar un helado, y le pidió que le bajara una caja de arriba de una cómoda. Cuando Tom se subió a una silla para hacerlo, ella lo agarró de las piernas y él se asustó tanto que bajó de un salto. Entonces, ella lo abrazó de la cintura y le pidió que la besara. Mientras forcejeaban, su padre los vio por una ventana y la llamó prostituta, además de amenazar con matarla. Tom huyó.
Link Deas, el empleador blanco de Tom, se pone de pie y declara que en sus ocho años de trabajo con Tom, no ha tenido un solo problema con él. El juez Taylor lo expulsa furioso de la sala por haber interrumpido el juicio. El Sr. Gilmer interroga a Tom señalando que el acusado fue arrestado una vez por alterar el orden público. Luego lo lleva a admitir que tiene fuerza y que, con solo una mano, es capaz de sofocar a una mujer y derribarla al suelo. Comienza a acosar al testigo, preguntándole por qué siempre ha ayudado a Mayella en sus tareas, hasta que Tom declara que fue por lástima. Esta declaración incomoda a toda la sala: en Maycomb, no se espera que las personas negras les tengan lástima a las blancas. El Sr. Gilmer repasa el testimonio de Mayella y acusa a Tom de haber mentido en todo. Dill se pone a llorar y Scout lo acompaña fuera de la sala. Una vez afuera, Dill protesta por el maltrato del Sr. Gilmer para con Tom Robinson durante el interrogatorio. Mientras caminan, Scout y Dill se encuentran con el Sr. Dolphus Raymond, el hombre blanco rico con la amante negra y los hijos mestizos.
Análisis de los Capítulos 18–19
Mayella Ewell es digna de lástima y su miserable existencia casi que le permite participar del desfile de víctimas inocentes de la novela. Ella también es una especie de ruiseñor herido irreversiblemente por las fuerzas de la fealdad, la pobreza y el odio que la rodean. La presentación que hace Lee de este personaje enfatiza su papel de víctima: su padre la golpea y posiblemente abusa de ella, mientras que ella tiene que lidiar con sus hermanos poco serviciales. Los buenos tratos están tan ausentes en su vida que, cuando Atticus la llama “señorita Mayella”, lo acusa de estar burlándose de ella. No tiene amigos y el pensamiento de Scout de que “debe ser la persona más sola del mundo” parece totalmente justificado. Sin embargo, la imagen que Scout tiene de Mayella como víctima se ve empañada por su intento de convertirse en victimaria, de destruir a Tom Robinson para cubrir su vergüenza. No podemos sentir mucha simpatía por Mayella Ewell; sean cuales fueren sus sufrimientos, ella inflige crueldades peores a los demás. A diferencia del Sr. Cunningham, quien, en el Capítulo 15, se conmueve lo suficiente por la calidez humana de Scout como para dispersar a la turba, Mayella responde al cortés interrogatorio de Atticus con gruñidos irascibles.
La compasión debe reservarse para Tom Robinson, cuya honradez y bondad le confieren una moral suprema. A diferencia de los Ewell, Tom es trabajador y honesto, y tiene suficiente compasión para cometer el error fatal de sentir lástima por Mayella Ewell. Su historia es la verdadera versión de los hechos, tanto por la evidente veracidad con la que la cuenta como por el brillante y mordaz cuestionamiento moral de Atticus a los Ewell; la historia no deja lugar a dudas. Algunos críticos han objetado que los hechos del caso están concebidos para ser, sin juego de palabras de por medio, demasiado blancos o negros. Pero, como sugiere la conciencia de Atticus de que su derrota era un desenlace inevitable, a Lee no le interesaba tanto la verosimilitud del juicio. La exagerada demarcación entre buenos y malos hace que el juicio cobre importancia por su representación simbólica de la destrucción de un inocente por el mal. Así como queda evidente que Tom es inocente, igual de evidente es que está condenado a morir.
Link Deas representa lo diametralmente opuesto al prejuicio. El hecho de que Tom sea negro no influye en cómo lo evalúa y, por cierto, es especialmente consciente a la hora de escudriñar a Tom solo en lo que respecta a su carácter. Sin embargo, tal como el tribunal se niega a aceptar las innegables implicaciones de la evidencia que presenta Atticus, del mismo modo se niegan a aceptar las implicaciones de la validación que hace Deas del carácter del acusado. El juez lo expulsa porque su interjección durante el proceso amenaza la integridad de la manera formal en que se desarrollan los procedimientos judiciales; la sombría ironía, por supuesto, es que el flagrante prejuicio hace eso mismo, aunque el juez no haga nada para aliviarlo.
El llanto de Dill y su salida del tribunal le ahorran al lector gran parte del duro interrogatorio del Sr. Gilmer a Tom. Él es todavía un niño y responde a la maldad con lágrimas, del mismo modo que el lector responde a los prejuicios descarados del Sr. Gilmer con repugnancia. La pequeña muestra del interrogatorio que Scout y el lector llegan a escuchar es suficiente. Al llamar a Tom “niño” y al acusarlo en todo momento, el racista Sr. Gilmer cree que Tom debe estar mintiendo, debe ser violento, debe desear a las mujeres blancas, simplemente porque es negro.