Resumen del Capítulo 14 

El inminente juicio de Tom Robinson y el papel de Atticus en su defensa convierten a Jem y  Scout en objeto de susurros y miraditas dondequiera que estén en el pueblo. Un día, Scout intenta preguntarle a Atticus qué es “violación” y sale a colación la visita de los niños a la iglesia de Calpurnia. La tía Alexandra les dice que no pueden volver allí el domingo siguiente y más tarde intenta convencer a Atticus de que despida a Calpurnia, diciéndole que ya no la necesitan, pero no lo convence. Esa noche, Jem le dice a Scout que no confronte a Alexandra, por lo que Scout se enoja por sus sermones y lo ataca. Atticus se interpone en la pelea y los manda a dormir. Scout descubre algo debajo de su cama y llama a Jem: se dan cuenta de que Dill está allí escondido.

Dill se ha escapado de su casa, porque su madre y su nuevo padre no le dedicaban suficiente atención. Fue en tren de Meridian hasta Maycomb Junction, a unas catorce millas, y recorrió el resto de la distancia a pie y en un carro de algodón. Jem baja a contarle a Atticus y este le pide a Scout que traiga más comida que el pan de maíz frío para ofrecerle a Dill antes de avisarle de su paradero a su tía, la Srta. Rachel. Dill come y se mete en la cama de Jem para dormir, pero luego se pasa a la cama de Scout para hablar.

Resumen del Capítulo 15

Una semana después de la llegada de Dill, un grupo de hombres encabezados por el sheriff, Heck Tate, acuden a la casa de Atticus por la noche. Como el juicio se acerca, van a trasladar a Tom Robinson a la cárcel de Maycomb y surge la preocupación por la posibilidad de un linchamiento. Más tarde, Jem le cuenta a Scout que Alexandra y Atticus han estado discutiendo por el juicio, porque ella lo acusa de haber atraído desgracias a la familia. La noche siguiente, Atticus conduce hasta el pueblo. Cerca de las diez, Jem, junto con Scout y Dill, se escabullen de la casa y van tras su padre hasta el centro del pueblo. A la distancia, lo ven sentado leyendo el periódico frente a la cárcel de Maycomb. Jem sugiere que no lo molesten y regresen a casa.

En ese momento, ingresan cuatro carros a Maycomb y se detienen cerca de la cárcel. Baja un grupo de hombres y uno le exige a Atticus que se retire de la puerta de la cárcel. Atticus se niega y, de repente, Scout sale corriendo de su escondite y se da cuenta de que ese grupo de hombres no es el mismo que fue a su casa la noche anterior. Jem y Dill la siguen y Atticus le ordena a Jem que se vayan a casa. Jem se niega, y uno de los hombres le dice a Atticus que tiene quince segundos para hacer que sus hijos se vayan.

Entre tanto, Scout recorre le grupo con la mirada y reconoce al Sr. Cunningham, el padre de su compañero Walter Cunningham. Le empieza a hablar de sus obligaciones legales y su hijo, y le pide que lo salude de su parte. Todos los hombres se la quedan mirando. El Sr. Cunningham, avergonzado de pronto, se pone de cuclillas y le dice a Scout que saludará a su hijo de su parte y les pide a sus compañeros que se dispersen. Se marchan y el Sr. Underwood, el dueño del periódico, les habla desde una ventana cercana donde está apostado con una escopa de dos cañones: “Te estuve cubriendo todo el tiempo, Atticus”. Atticus y el Sr. Underwood hablan unos minutos y luego él vuelve a casa con sus hijos.

Análisis de los Capítulos 14–15

Si la tía Alexandra encarna las normas y costumbres del mundo adulto, entonces la reaparición de Dill en esta coyuntura le ofrece a Scout la oportunidad de huir, al menos por un tiempo, de regreso a las comodidades de la infancia. Sin embargo, el regreso de Dill también pone de relieve la brecha creciente entre Scout y Jem a medida que van creciendo. En la sección anterior, vemos a un Jem de doce años que insiste indignado en que Scout actúe más como una niña, lo que manifiesta su conciencia creciente de los roles y expectativas sociales adultas.

Nuevamente, Jem se muestra como alguien ya demasiado crecido para la solidaridad infantil que recuerda la presencia de Dill. Scout cuenta que, cuando descubren a Dill debajo de la cama, Jem “se levantó y rompió el código que quedaba de nuestra infancia” al ir a contarle a Atticus. Para Scout, este acto lo convierte en un “traidor”, aunque en realidad sea un acto de responsabilidad que marca la madurez de Jem.

El relato de Dill sobre sus problemas familiares les recuerda tanto a Scout como al lector la buena fortuna de la familia Finch. Atticus es un padre maravilloso y los defectos de la tía Alexandra, en todo caso, son el resultado de preocuparse demasiado y no poco. Los padres de Dill lo han tratado con apatía y desprecio, quizá la mayor ofensa que un padre puede cometer.

Como Scout bien observa, el mundo de la infancia divertida que Dill representa ya no puede mantenerse lejos de la realidad adulta de odio e injusticia en la que ya se encuentra Jem. Mientras que, dos años atrás, las vidas de los niños Finch estaban dominadas por los juegos y la amistad con Dill, sus vidas ahora están centradas en el mundo adulto del juicio de Tom Robinson. El ahora maduro Jem lleva a Scout y a Dill al pueblo la noche en que Atticus se enfrenta al linchamiento. Simbólicamente, esta escena marca la transición de Jem de muchacho a hombre, ya que permanece al lado de Atticus y se niega a “irse a casa” como lo haría un niño. Si bien está desobedeciendo a su padre, no lo hace con petulancia, sino con madurez. Entiende la difícil situación de Atticus en relación con el caso y en consecuencia teme por su seguridad. No obstante, la confrontación está dominada por la inocencia de Scout, aún lo suficientemente intacta como para poder conversar con el Sr. Cunningham sobre su hijo a pesar de estar rodeada por una turba de linchadores hostiles.

Algunos críticos han calificado la actuación de Scout en esta escena y la dispersión de la turba de poco convincente y patética, sosteniendo que es inverosímil que Scout siga tan felizmente inconsciente de lo que realmente está ocurriendo y que el Sr. Cunningham pueda persuadirse por la cortesía sureña de Scout para disolver la cuadrilla de ebrios. En el marco del universo moral de Matar un ruiseñor, el comportamiento de los dos personajes tiene mucho sentido. Como corresponde a su inocencia, Scout sigue convencida de la bondad esencial de las personas, una convicción que la novela comparte. En lugar de tacharlos de personas intrínsicamente malvadas, el racismo de los integrantes de la turba no hace más que ocultar su humanidad, su valor y su bondad esenciales. El intento de Scout de ser cortés con el Sr. Cunningham hace que este advierta su bondad, a la que responde con civismo y amabilidad. Como Atticus dice más tarde, los acontecimientos de esa noche demuestran que “es posible detener a una banda de animales salvajes simplemente por el hecho de que siguen siendo humanos”.